Melancolía

¿cómo se describe la melancolía? ¿a qué sabe? Quisiera poder encontrar una palabra que precisamente no indicara la carencia de palabras para explicar tal sensación: inefable. La verdad no sé a qué me sabe, ni porqué se da, solo la suelo sentir, solo suelo sentir algo que me carcome el pecho, sin razón, es como si se me llenase de vacío el estómago, sí, el vacío me llena, me provoca náuseas y arcadas. Este vacío melancólico me sabe a ausencia, carencia, de no sé qué, pero me sabe a nada. Por fin le entiendo a Kierkegaard, a Heidegger y a Sartre... O tal vez siempre los entendí sin siquiera conocerlos. Padezco de melancolía, sí, desde mi más tierna infancia, padezco de no-sé-qué, de tristeza desmesurada, de caída, de salto hacia la nada.
Esa es la enfermedad de este siglo, pero todos la adquieren partiendo de su día, de su quehacer, de su no-sé-qué diario, yo nací con ella, nací con un no-sé-qué que me pone a correr hacia no-sé-dónde buscando un no-sé-cuándo que me lleve a un no-sé-quién. Tarde o temprano esta carencia de sentido se irá, o bueno, amenguará su fuerza, yo le llamo a esto gripa mental, que me da cada tanto, eso me pasa por tener tan bajas las defensas del alma.

¿Qué dice la RAE de la melancolía?
melancolía. (Del lat. melancholĭa). 1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.

Maldita sea, gracias entidad rígida que nos especifica cómo carajos debemos hablar, gracias, vos sabés decirlo mejor que yo, pues bien, lo decís, sí, eso es melancolía, pero jamás, jamás las letras expresarán lo que se siente. Jamás las letras expresarán como corroe la sangre y desconfigura el rostro la ausencia de sentido, jamás las letras expresarán qué se siente despertar a las siete de la mañana por un sobresalto de tristeza, comer, dormir tres horas más, comer, volverse a acostar, sentir las sábanas pegarse al cuerpo, sentir el sol derritiendo el cerebro, sentir al ventilador gritándote blasfemias, sentir que las paredes se empiezan a cerrar, que el cuarto reduce su tamaño, que las paredes te llegan al cuerpo y rompen tus huesos, rompen tu alma. Que no sabe bien la vida ni afuera ni adentro, que adentro las paredes desgarran el alma y afuera la estupidez desgarra la calma. Sí, las letras no pueden expresar lo absurdo del no-sé-qué, de la melancolía sin razón, las letras no pueden expresar esta "adolescencia-vejes", las letras no pueden salvar a quien no sabe ni de qué huye, las letras no pueden salvar a nadie de su melancolía... ¡Las letras no pueden salvarme!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diarios de viaje: Cali, Colombia - Montañita enero 2017

Foránea de mí

El "hubiese podido ser" I parte.