Fallo inapelable.
¿Responsabilidad?¡execrables deberes! Me resultan abominables las obligaciones. ¿tengo? ¿debo? ¿me comprometo? ¿para hoy? ¿para mañana? ... ¡Ahh! ¡¿qué es esto?! Me niego a hacer de mi vida un mar de misiones. Permitiré que transcurra mi realidad sin parámetros, sin reglas, sin cánones incoherentes, por ende, crearé un disparato concepto de vida en donde solo soy, sin ocuparme de lo que ésto conlleve, sí claro ¿futuro?, NO HAY, ha de venir, es un escenario anhelado pero, ¡es una desdicha! No lo hemos pisado (¿desdicha o bendición? Heyy que gran cuestión) Y ni hablar del pasado, donde revolotean los recuerdos tanto añorados como indeseados, ¡pero ya se fue! Entonces ¿a qué se debe esa manía de mencionarlo a cada instante? Sólo existe el hoy, este segundo que al ser mencionado ya pasó, entones, no hay nada, subsistimos en la nada, en la negación de la existencia. ¿y qué? Este hecho no hará de mi vida un suplicio, por el contrario, hará de ella una dicha total; si no pienso en un criterio