24 de Noviembre del 2012.
¿Cómo hablar de lo que no está? Sí, no está. Me levanto de una cama; una buena cama. Desayuno; un buen desayuno. Abrazo, amo y tengo unos fantásticos seres habitando mi vida. Respiro, huelo, como, siento, camino, tacto, gusto, veo, oigo a la perfección ¿qué es esto extraño que me aqueja? Me da miedo mi sombra, me persigue. Se cierra mi habitación, cada vez más angosta, cada vez menos aire… Los mismos programas de televisión, los mismos libros, el mismo computador, las mismas letras, las mismas hojas, la misma cama, la misma ventana que me llama. Si fuese más sencillo, todo sería más fácil si hubiese un motivo. No sé, tal vez no sea nada. Tal vez solo busco con ímpetu atención, busco que me salven de mi no-sé-qué opresor. Quiero algo que me haga sentir viva, una emoción fuerte, una desazón terrible, algo, lo que sea que me carcoma el pecho. Quiero sentir que produzco, que doy, que soy alguien, que de mí se hablará luego de mi muerte, que trascenderé más allá de mi existencia. Quiero ten