La soledad.
Las efemérides y las horas, todas repletas de nada. Ella siempre se preguntó qué la hacía sentirse así, qué era esa sensación de soledad a pesar de la compañía, de tristeza a pesar de su plenitud aparente, de suspiros profundos y de llanto infundado; ¿por qué se sentía sola? La gente suele relacionar la soledad con ausencia de compañía; ella sabía que no era así. Toda su vida le ha tenido pavor a la soledad y no ha tenido miedo de afirmarlo, pero la soledad va más allá de las personas y de su aprobación; la soledad es estar vacío. ¡Eso es! La soledad es sentirse sin propósito, sin fin, sin funcionalidad. Por eso la vejez es compleja, más que por los años o la cercanía a la muerte, lo que pesa es la nada y el sinsentido de la falta de función. Eso es sentirse vacío, es sentirse despojado de uno, porque ese uno, lo que las personas suponen ser, su identidad, bien o mal, se conforma con y gracias a lo otro. Sí, a lo otro, no solo a los otros. Nos construimos con la sociedad que nos circ