Y la vida, le respondió del mismo modo.

Ella quiere dejar de hablar de sí en tercera persona. Se paró de la cama (a ella le importa sobremanera el inicio del día) y dijo sí y la vida, le respondió del mismo modo. Ese día, ella se paró de la cama y no hizo un gesto de disgusto, no promulgó blasfemias a las horas tempranas y tampoco dio vueltas entre las sábanas, ese día ella dijo sí y la vida, le respondió del mismo modo.

Se paró de la cama y dio tres saltos en la habitación, sí, tres saltos con tan solo medio ojo abierto y el otro con los párpados aún unidos, a ella no le importó que las baldosas estuviesen frías, ese día ella dijo sí y la vida, le respondió del mismo modo. Se paró de la cama y luego de dar saltos, dio pasos fuertes y definidos hacia la ducha, ella siempre andaba lento y con sigilo hacia el agua execrable, pero ese día ella dijo sí y la vida, le respondió del mismo modo.

Se paró de la cama y luego de caminar hacia la ducha abrió el grifo y salió esa terrible agua fría que le destemplaba siempre hasta las pestañas, pero ese día ella sonrío, bebió del agua que descendía hasta su rostro y jugó que era una vikinga recorriendo los mares del antártico porque sí, ese día ella dijo sí y la vida, le respondió del mismo modo. Se paró de la cama y luego de salir de la ducha, sintió la brisa helada de la madrugada, normalmente a ella le disgustaba sobremanera sentir como lo poros de su epidermis se sobresaltan con el hálito de la mañana, pero ese día no, ese día sonrío ante los vellitos que se erizaban porque ese día ella dijo sí y la vida, le respondió del mismo modo.

Se paró de la cama y luego de salir del baño y sentir el hálito de la mañana, con los pies aún mojados toco el piso y resbaló, sintió como toda la fuerza de la gravedad la atraía con fuerza hacia el concreto, no tuvo tiempo de gritar, solo pensó que no iba a sobrevivir, se dio fuerte en la nuca, ahí dejó de sonreír y justo en ese momento ella dijo no y la vida, le respondió del mismo modo.