¿Seguimos sumergidos en el Mythos?

En la filosofía es usual encontrarse la eterna disputa entre Mythos y Logos, entre empirismo y razón, entre objetivismo y subjetivismo. Siempre están en contraposición los contrastes, pero en este ensayo centraré mi atención en la connotación en sí a través de la historia del Mythos más que en la ferviente pugna que parece tener con el logos. Para hacer esto primero esclareceré qué era el Mythos para los antiguos griegos y, posteriormente, centraré mi argumento en la visión que poseo sobre este en la cultura actual, estableciendo una relación directa con la industria de la religión.


Inicialmente y aunque en este tema no se centrará mi ensayo, es importante pensar ¿qué es en sí mismo el logos? El inconveniente grande radica en esta pregunta fundamental. Hay tantas traducciones que es complejo determinar una connotación exacta para dicho término. Logos puede traducir pensamiento, razonamiento, habla, discurso, inteligencia, sentido… Esto nos lleva a plantearnos ¿Qué traduce exactamente “logos”? Este término tiene connotaciones tanto filosóficas como teológicas y psicológicas, así que debo aclarar qué será para mí “logos” en este ensayo, esa idea tan empleada, “conocida”, pero poco aclarada. El logos, que abordaré aquí, es la evolución del Mythos, en cuanto el hombre deja de creer en lo intangible de la divinidad y empieza a realizar el qué hacer propio de la filosofía por medio de la observación y el pensamiento sin depender de ningún agente externo.


Ahora viene a mención un término que es fundamental y en el cual centraré este texto: El Mythos. Este traduce a groso modo: relato o narración. En la antigua Grecia estos relatos o narraciones servían para explicar fenómenos naturales y de la cotidianidad. Se realizaban de forma oral por los poetas y representaban la tradición de la sociedad griega “Todos los momentos por los que atraviesa la cultura histórica de los griegos nos permiten afirmar que si existió un modo permanente para la difusión y conservación del culto, éste debió ser la tradición oral y la concreción de la expresión religiosa en el culto” (Betancourt, SF: 123). Este modo de conocer el entorno y de dar explicación a la realidad fue la base de lo que posteriormente se denominó filosofía de la naturaleza y de todo lo que prosiguió a esta, así que surge la filosofía como saber científico acerca la naturaleza y el pensar se plasma y conserva en las diferentes cosmologías que nos han sido transmitidas por la tradición filosófica occidental.
Aparte de esa función de conocer el entorno, el Mythos también cumplía la labor de dar orden a la civilización, de establecer planos jerárquicos, es decir de organizar en sí la polis griega. “En este orden de ideas, es posible comprender cómo las narraciones de los poetas guardaban el sentido de orden, puesto que algunas de ellas, especialmente las cosmogonías, intentaban justificar el origen del mundo y el porqué de su organización” (Madrigal, SF: 14). Partiendo de esto, sí es válido afirmar que sin el Mythos no hubiese podido ocurrir un logos en el pensamiento occidental, o más bien que el Mythos fue creciendo a la par del Logos para producir lo que tenemos ahora como filosofía.
“La filosofía es, pues, el producto maduro del proceso histórico de una cultura que en sus orígenes se cumple como religión, y que si bien debe ser pensada como surgiendo de la religión misma; de la que en la primera época aún conserva los problemas fundamentales y algunos elementos; llega con el tiempo a separarse plenamente de ésta, y la supera por el rigor y validez de sus respuestas y por su capacidad para plantear problemas nuevos y más acordes con las necesidades de un hombre históricamente ubicado” (Betancour, SF: 119).


En sí, el Mythos para los Griegos no era una religión particular si no más bien un relato que daba a conocer el mundo “la religión entre los griegos carece de un medio propio para su difusión y conservación; lo que equivale a sostener que el Mythos no es, rigurosamente considerado, ni la religión, ni el vehículo para la divulgación religiosa entre los griegos” (Betancourt, SF: 123). Pero el inconveniente en la civilización actual es que parece tener un deseo ferviente por creer ciegamente en un Mythos tergiversado. Si bien, ya la divinidad no está dividida en muchas figuras distintas como en los antiguos griegos, de todos modos, ahora está (partiendo de la concepción católica-cristiana) representado en un solo dios que responde a las necesidades de todos los hombres, con la diferencia que los griegos no realizaban un acto de fe como tal, como se ve en la religión actual, si no que los dioses constituían en sí mismos una verdad absoluta, no había necesidad en sí de creer en ellos “El griego no cree en sus dioses, sabe de sus dioses” (Betancourt, SF: 120).


Para el griego, los dioses son algo dado y preestablecido que no puede ser objeto de debate, están ahí porque siempre han estado y explican la realidad tal cual es sin que pueda generar disputas. “El Mythos es una palabra que no se somete a discusión, que no se interroga, simplemente se acoge en calidad de palabra sagrada” (Madrigal, SF: 12). Ahora genero esta pregunta ¿no es muy parecida esta concepción absolutista de divinidad en la antigua Grecia a la actual? Y la respuesta, desde mi punto de vista, resulta bastante lógica: sí. Actualmente estamos regidos por cánones religiosos que difieren poco, y de manera negativa, con la visión mística de los griegos, ahora somos aún más dogmáticos. Inicialmente explicábamos la realidad sólo por medio de los dioses, posteriormente le dábamos un orden jerárquico a la realidad por medio de la divinidad y ahora damos diezmos y entregamos todo nuestro dinero por el “prójimo” en cuanto a la visión religiosa. En sí, la fe es un mecanismo de sumisión y dominación de la sociedad en general “Ahora bien, en cuanto podemos asumir como un elemento auténtico de toda religión la fe, entendida como fundamento para la veneración y sumisión por parte del hombre a aquello que precisamente no sabe o no comprende y en el caso de la región griega no hay fe propiamente dicha” (Betancourt, SF: 122).


Actualmente la visión que se tiene sobre la religión es de absoluto conformismo, ya no buscamos dar explicación por medio de Dios a la realidad exterior, porque se supone que ya la tenemos gracias a las ciencias, sino que intentamos, por medio de la divinidad, dar una explicación de nuestra propia realidad. Aparte de eso, somos irresponsables de los actos que realizamos, e intentamos dar la responsabilidad al prójimo de cada una de las decisiones que se supone, debemos tomar por nuestros propios medios. Y no sólo eso, esa incapacidad que tenemos de tomar nuestras propias decisiones y de realizar los actos por voluntad propia nos lleva a sumergirnos voluntariamente en una masa amorfa de pensamientos colectivos, quitándonos así, la capacidad de realizar razonamientos propios y tener una mentalidad crítica. "Toda sociedad exige, necesariamente, un acomodamiento recíproco, un temperamento; así cuanto más numerosa es, más insípida se hace. No se puede ser verdaderamente uno mismo, sino mientras está uno sólo; por consiguiente, quien no ama la soledad, no ama la libertad, porque no es uno libre sino estando solo" Schopenhauer.


Esta necesidad que tenemos de pertenecer a un grupo, una sociedad, una jerga, un círculo de personas con un solo fin en general, se debe a que tememos obrar por nosotros mismos, tener la responsabilidad de lo que realizamos, nos produce pánico el saber que la vida nos compete a nosotros y a nadie más, que ningún “dios” puede venir a remendar nuestras obras y mucho menos realizarlas, que la voluntad divina es intangible y que lo único real es lo que deriva de nuestros actos. Tememos ser sabios, salirnos de la oscuridad que implica estar inmersos en la mentira de los credos y mientras más temor tenga la humanidad de salir de esa oscuridad, de enfrentarse frente a frente con la realidad, más creyentes habrán "Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar". Schopenhauer.


Finalizando y para que quede abierto el interrogante en la mente crítica del lector planteo esta pregunta ¿de qué estamos más permeados actualmente, del Mythos o del logos? Y les dejo esta cita de Schopenhauer "Hay seres de los que no se concibe cómo llegan a caminar sobre dos piernas, aunque eso no signifique mucho".












Bibliografía:
Madrigal, Diana, La filosofía en Grecia: Sobre el encuentro Mythos-Logos, SE, SC, SF.
Bentancourt, William, Mythos y Logos, SE, Santiago de Cali, SF.

Comentarios

  1. Creo que tenemos de ambos y de más aderezos existenciales, pero como cristiano opto por la fuerza de lo intangible, es decir, por la fe, que es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

    Saludos :)

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  2. Terence Mckenna platea cosas interesantes acerca del logos derivadas de sus experiencias con alucinógenos y un intercambio informático con lo que él describe como una forma de inteligencia hiperdimensional, ajena a nuestra propia consciencia, 'un conocimiento al que no pudimos haber llegado a partir de nuestra propias vivencias', ya sea el inconsciente colectivo, una manifestación comunicativa extraterrena, 'dios' o el mismo logos, siendo nuestras consciencias encapsuladas sólo un constructo físico del logos conociéndose a sí mismo.

    En lo que se refiere a los dogmas, concuerdo, pero al menos podemos sacar provecho de que estas tristes realidades nos sirven para protestar y manifestar los cambios a los que nuestros ideales nos indican que deberíamos aspirar como humanidad. En los hermanos Karamazov de Dostoievski (que estoy leyendo ahora) surgen unas discusiones teológicas bastante pertinentes. También en el Tao te king se explica este fluir por sobre la dualidad.

    Por último, discrepo un poco con la primera frase de Schopenhauer, creo que en muchísimas ocasiones no somos sino en función de los demás, y también considero que esa libertad de la que habla no se consigue en la soledad de por sí, dado que en ella, si bien, damos rienda suelta a nuestra consciencia y las ideas van brotando de una forma masomenos independiente, no podemos negar que en muchas ocasiones se aferran a la cultura que hemos heredado y en ese sentido se desenvuelven multiplicando los paradigmas que nos han enseñado. No sé si me explico bien, me duele bastante la cabeza.

    En fin, un gusto leerte, que estés bien, saludos desde Chile.

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