No-se-qué opresor.

¿Ajá? ¿Y creés que es tan sencillo?
¿Se esfuma? ¿Desaparece fácil?
No, no es tan simple, no es volátil
Es el éter de la inexistencia, es esa maldita desazón corrosiva.

No vuela, no se va con la bruma.
No es irrelevante, no es tan intangible como mi pérfida alegría
Está más presente que vos, que yo, que ellos, que eso, que todo, está cerquita del dolor
Está ahí no más, ahí el execrable suplicio de la ausencia.

Porque todo va, todo viene, todo se pierde en esas tretas confusas del andar
Porque todo se evapora con el sol ardiente de la angustia
Porque esta inexistencia es agua tibia, sucia, contaminada
Porque todo lo que navega en ella está muerto y todo el que la toma muere.

Invito al espectador a mis desgraciadas paradojas
A que caminen por el filo de mi autodestrucción.
Que sonrisa más amena reflejan sus rostros pérfidos
Que alegría más sutil manifiestan todas las hipócritas presencias.

Sí, así es, así seguirá siendo y así también dejará de ser
No creo en vos, no creo en él, no creo en ella, no creo en creer
Y sí, me sabe a mierda la vida de repente
Y sí, sí sí sí, suelo ser incoherente.

Lárgate, maldita sea, lárgate.
Vete a chamuscar lejos en el fuego de tu perdición
Lárguese no-se-qué absurdo que me invade luego de un precioso día
Hoy sonreiré, hoy le haré caso omiso a su melancolía.

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