Bitácora I, 20-24 Febrero del 2013.

Miércoles 20 de Febrero del 2013

Una sensación inefable
Dos suspiros pesados
Tres sonrisas descompuestas
Cuatro gritos

No tiene que haber un porqué o un para qué lógico o válido, hoy mi día se descompuso. Entre conceptos abstractos y conocimientos vacíos todo pierde sentido. Si me miro en un espejo no reflejo lo que mis ojos con ansia esperan. Sí, acá no hay nada más que anhelos y esperanzas, destruidas y aplastadas ¿qué ha de pasar con un “querer ser” solamente? Sí, no llegaré, no podré, no hay alas para mi sueño ¡No encuentro en que creer! Esto es una malnacida mierda.

Jueves 21 de Febrero del 2013

Esto es lo que pasa cuando se es un alma dual: Maravilloso día, maravillosa vida, maravillosas efemérides cotidianas. Una pasión absurda me invade hacia lo que hago, lo que estudio, lo que he hecho con mi vida y hacia donde he encaminado mis pasos. Muchos caminos se bifurcaron, lo sé, soy consiente también de las decisiones erróneas tomadas y de los pasos agigantados que di cuando debía ser un sigiloso gateo. Sí, aún cuestiono sobre lo absurdo que resulta vivir, preguntar por las causas primeras de este caos de universo pero he descubierto, el mundo cobra sentido en cuanto lo pienso, en cuanto cuestiono sobre él, en cuanto yo le doy sentido. Si alguna vez hallase la respuesta de mis insistentes preguntas, esto, todo, dejaría de tener sentido. Como no es de ese modo, tengo una razón para seguir y confiar en que algún día escaparé de este mundo sensible y mi alma se encaminará hacia el mundo de lo inteligible, hacia el topos noetos, hacia el mundo eidético y conoceré la verdad.

Viernes 22 de Febrero del 2013.

Responsabilidades, despertar de madrugada, colección de estupideces, personas, letras, “hola bienvenido, continúe, ¿qué te trae por acá?”, frío, momentos, intentarlo, seguir intentando encajar en esta realidad de porquería.

Sábado 23 de Febrero del 2013.

¿Por qué dejas para hoy lo que puedes hacer mañana? Procrastino, procrastino, procrastino. Y luego salgo, y me encuentro con que esta ciudad está en las ruinas y no hablo de infraestructura, no, hablo de ética, moral, justicia o cualquiera de esos valores de los que se llenan la boca los políticos o que hablan constantemente en seminarios de filosofía. Hoy vi, más que nunca, la necesidad absurda de amor por parte de los jóvenes y no hablo de promiscuidad o de amor carnal o cualquier cosa semejante, hablo de amor hacia sí mismos, de amor por la vida, de amor por la profesión o por cualquier aspecto que genere pasión. Si no hay nada por lo que el corazón lata fuerte, que no tenga que ver con sustancias psicoactivas o que alteren los estados de consciencia, no va a haber nada que ate realmente a la vida. Siempre debe existir algo más allá de lo presente, de lo meramente tangible y temporal, debe haber algo visceral, amor hacia el arte, la filosofía, las ciencias exactas, los libros, las sonrisas, amor hacia algo, amor de verdad.

Domingo 24 de Febrero del 2013.

Es domingo y hace calor. Los Domingos siempre han sido y serán una porquería, hoy se hace el balance de la semana, se recapitulan momentos, se reconfigura el pensamiento. Hoy están las responsabilidades acumuladas pasando cuenta de cobro y la procrastinación maldita no paga cuentas tardías, no le interesa estar a paz y salvo.
Los Domingos o llueve y se forma un clima pegajoso execrable o hace un calor exasperante. Los domingos son un día largo, está el alcohol en la cabeza por la mañana, la necesidad de no-sé-qué-cosa en la tarde y un sabor amargo de ausencia en la noche. Y no es por el domingo mismo que el alma sufre penas, es porque es un día completamente vacuo, solo, deshabitado; porque las calles están vacías y pocos carros se escuchan en las avenidas; porque mi familia nunca está y si están, no los veo; porque todos están reclutados en las cuatro paredes de su apartamento; porque es el momento idóneo para pensar en todo lo que no se ha realizado y se hubiese podido hacer.
Mi domingo ha pasado de dicha por el amor que me embarga a llanto mental desconsolado y no es el fin del mundo, ni mucho menos un dolor profundo que no me permita continuar no, es un taladro que semana a semana llega puntual a destartalarme el cerebro. Los domingos me saben a nostalgia infundada. Y sí, me fascina darle personalidad a los días, como si actuasen de tal o cual manera, como si por su culpa mi día fuese lo que fue.

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