30 segundos.

Al otro lado de la línea con voz trémula, ajena y distante, más allá de los kilometros, límites u horas un ser ajeno sollozando intentaba trasmitirle una información aparentemente importante, pero él sólo captaba desesperación, fluidos nasales y congestión.
En ese instante, el olor a café recién preparado invadía la instancia, un sonido ronco producido por la falta de agua en el recipiente de la cafetera indicando que la bebida pronto estaría lista acompañaba al aroma. No sólo ese sonido ambientaba el momento; contribuían con la sinfonía una canción de los Beatles emitida por la radio de la sala y el chillido de uno que otro pito tras la ventana.
Por fin el ente tras la bocina fue capaz de musitar una frase coherente, que posteriormente descubrió, iba a ser la que estaría inscrita sobre su sepulcro; "ella no estará para la efeméride de su nacimiento".

Pocos segundos puede durar un estallido, una convulsión, una metamorfosis, un proceso, así sucedió con el trayecto del artefacto al piso.
La bocina se alejó de sus labios, el teléfono se desprendió de sus manos y sintió deseos de volar, más Newton cumplió con su ley; la gravedad lo atrajo a la realidad.
Cinco segundos o menos; una ambulancia transitaba constatando con su paso el famoso "efecto doppler", su vecina llegaba al éxtasis de su relación carnal y su cónyuge no podía dar un golpe pélvico más, al joven que vendía salpicón en la esquina se le coló una mosca en la bebida, la mosca desesperada intentaba escapar de dicha trampa de azúcar a la que voluntariamente decidió ingresar, los coches pasaban, el reloj les seguía, las personas agitadas andaban de un lado a otro envueltas en su cotidiano consumismo, el calor característico de las doce del día se sentía sobre la epidermis y las ideas pululaban en su retorcida mente así como innumerables recuerdos que desfilaban por su memoria como comparsas en festival de Cali viejo; desordenadas, frenéticas y ostentosas, sentía que su cordura iba a parar en un luga... ¡¡CRASH!! Colisionó el teléfono en el suelo, de mil fragmentos se adornó la baldosa, un sonido estridente zumbo por la casa y de locura se invadió su desesperanzada alma.

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