Diminuto infame.

-¿Cómo se encuentra aquel?
-¿Quién ese pequeño pedazo de mí?
-¿Cuál otro mujer? ¿por qué otra cosa le preguntaría?
- Ay sí, habla de él, claro ahora el tiene más relevancia que yo, muchos seres han recordado mi existencia porque tuve una calamidad con él, pero de un modo u otro aquel desgraciado ha de servirme de algo, me sirvió para aclamar cierta atención que falta le hacía a mi vida.
Aunque no, esa atención no era necesaria, no la quería... De hecho la rechazaba, toda una vida fui apartada de ojos atentos y ahora por ese ínfimo trozo de ser soy objeto de preocupación, cuidados y mimos innecesarios queridos y rechazados a la vez.
Pero bueno usted no me pregunto por como me sentía con respecto al pequeñín, me preguntó por él así que me dispondré a contestar; mejor, ese pequeñito problemático se está portando más amable, ¡já! es que yo le dije que si seguía en esa tónica en la cual estaba lo iba a ignorar y el muy cobarde entonces decidió ser bonachón, decidió ceder el insensible.
-No lo trate de ese modo, que él le da a usted apoyo, equilibrio y fortaleza.
-Sí claro, pero porque debe hacerlo ¡es su obligación! Además no lo puedo tratar de otra forma ¿no ve que es un descarado?
-¿ por qué lanza esas afirmaciones tan duras y apresuradas?
-Porque es así, es un malnacido se quiere hacer sentir todo el tiempo, siempre anda llamando la atención, además ¡si le contara!
-¡Cuénteme!
-El muy infame quiere verme sufrir, además creo que está enamorado de mí, porque cuando vamos por las calles, me hace caminar más lento y quedamos atrás los dos solos, he intenta hacerme caer para que quede más cerca a él y pum aprovecha la situación, ese pequeño tiene unas negras intenciones yo lo sé hace tiempo, por eso trato de pasar poco tiempo con él ¡pero no puedo! ¡vive pegado a mí!
Además es obsesivo, si hasta impidió que tuviese una relación con la sociedad durante un tiempo, hizo que me confinaran en un estudio, debe poseer una locura aquel, ¿cómo osa hacerme sentir desesperada esos días? Por su culpa descubrí que era la claustrofobia, el miedo, la falta de razón y de calma por ese caprichoso.
-No lo puedo creer querida, ¿tan pequeñito y ya con una personalidad tan oscura marcada?
-Sí, me asusta hasta verlo, me asusta tener contacto con él, yo no sé porque le estoy contando esto, el no quiere que revele nuestras intimidades a la sociedad, si se llega a dar cuenta que le estoy contando ese chiquitín se volverá loco y me atrapará en su locura ¿será que eso desea, volverme loca?
- Tal vez, se ve que es un mimado, un mártir que se dejó lastimar y aprovecho la situación para amarrarte a una locura que te haría darle la importancia que se merece.
-¿Qué se merece? ¡já! ¿qué se va a merecer ese? Es el más pequeño de todos, el más alejado de los otros, es insignificante, es que me da tanta ira, cuando me recupere saldré con sus nueve hermanos a bailar y no con él para que sufra.
-Claro tan insignificante que mire lo que le ha causado.
-Ahhhhgs, se está lamentando aquel, debo darle afecto para que se calme, me voy, me voy.
-Que paradójico, un ser tan pequeño haciéndole la vida de cuadritos a un ser tan grande y más paradójico aún, que sea el dedo meñique de su pié derecho el que haga todo este alboroto.

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