No soy, pero tampoco soy.


“El espejo por un movimiento violento, instantáneo de pura sorpresa, va a buscar delante del cuadro lo que se contempla, pero no es visible, para hacerlo visible, en el término de la profundidad ficticia, si bien sigue indiferente a todas las miradas” (Foucault, Michelle, Las palabras y las cosas, siglo XXI, México 1969).
Con este apartado de “Las palabras y las cosas” doy inicio a este debate puesto que en reiteradas ocasiones de mi vida lo pongo todo en duda; dudo de la esencia de mí ser y dudo creer en mi existencia, por tales conflictos internos empiezo a plantearme: ¿Quién soy yo? ¿Yo soy yo? ¿Soy muchas personas? ¿Soy sólo yo? ¿Soy lo que ven de mí? ¿Soy lo que quiero que crean que soy? ¿Soy lo que soy? ¿Tengo una misma esencia que defina mi yo? ¿Soy lo que hoy soy? ¿Soy lo que antes fui? ¿Soy lo que no soy ahora porque lo seré? ¿Soy lo que no podré ser por lo que ahora soy? Por culpa de estos cuestionamientos se genera en mí una contienda entre lo que creo ser y lo que soy, que me incita a preguntarme si realmente estoy contenta, satisfecha y a gusto con mi vida, si me encamino a un futuro anhelado, si vivo un presente no deseado o si me refugio en un pasado.
Los interrogantes intentan ser resueltos y sólo encuentran un vacío, un pandemónium en mi cabeza donde se encuentran alojadas nuevas incógnitas producidas por las posibles respuestas de las preguntas planteadas originalmente. Pero hay una que predomina sobre todas las demás; ¿Quién soy? Y al intentar darle solución utilizo como método mirarme en el espejo pero me doy cuenta que el reflejo que este me devuelve es de un extraño, no es la imagen que esperaba recibir, es totalmente intrusa al criterio que tenía establecido sobre mí, pero ¿Por qué buscar encontrarme a mí mismo en un espejo? Aquí reafirmo un concepto de Sigmund Freud; “Si aspiras a encontrarte a ti mismo, no te mires al espejo, porque allí encontrarás solamente una sombra un extraño”. Puesto jamás seré lo que creo ser si no lo que soy.
Sin embargo si afirmo ser yo, significa que hay un criterio predefinido de este término, pero no, ya que vivo envuelta en un inexorable devenir, por tanto mi vida cambia constantemente; “Todo fluye, todo está en movimiento y nada dura eternamente” dijo Heráclito, jamás podré sumergirme dos veces en el mismo río, porque en la segunda ocasión ni yo, ni el río seremos los mismos, esto sucede por eventos que controlo y también porque hay acontecimientos que no tengo opción de modificar. Estos hechos me obligan a abrir los ojos y ver que he cambiado, que no soy la misma persona, ni el mismo concepto y criterio que tenía anteriormente de mi yo, por consiguiente no puedo afirmar que soy lo que creo ser, ni que soy lo que soy, si no que soy un ser en continuo cambio que intentando encontrarse en un reflejo efímero que brinda un espejo no va a poder hacerlo.

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