¡Que vacío tan lleno!

Sí, lo he descubierto, mi gran tamaño y espacio abarcado para la vista de otros ha tenido repercusiones no sólo en mi vida social, autoestima, mirada externa o infancia, también se ha inmiscuido en mis vacíos.
Ya lo afirmo, mi necesidad de más y más y más es directamente proporcional a mi tamaño.
Me quiero liberar de mí, de mí, sólo de éste ser ajeno que habita en mi recinto, que refleja el espejo de mi alcoba, que me persigue en las mañanas calurosas de Domingo, más no lo logro y tampoco puedo pedir una llave que yo misma no he creado, generé una puerta sin manera de acceso.
¿quién me libera? ¿quién construye la llave? ¿quién si yo no puedo? ¿a quién pedirle ayuda? ¡toda acción es una contradicción!
Me siento, me siento… ¿me siento? ¿sí no soy como logro hacerlo? Corrección: no me siento, no me siento, no me siento tan vacía pero tan llena de aire que me asfixio. Hoy en especial más que nunca el viento trascurre más rápido, frenético, desesperado, las corrientes cálidas se chocan y se superponen con las gélidas y ahí, ahí mismo se forman torbellinos, en el núcleo de mi vacío se genera un caos organizado. Además de estar vacía estoy revuelta ¡tengo indigestión de consciencia!

Esto se me pasa, esa maldita bobería que me da vueltas en el coco. Se me pasa tan rápido como la estabilidad que no poseo.
Me estoy pasando las señales de tránsito del cielo, estoy chocando bien fuerte con las nubes, tanto topetazo hace que caigan mis plumas, tocará retornar a tierra.


Ésto en media hora se me pasa (sí, debería dedicarme a la contaduría).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diarios de viaje: Cali, Colombia - Montañita enero 2017

Foránea de mí

El "hubiese podido ser" I parte.