tag:blogger.com,1999:blog-1578363320676156892024-03-04T21:50:55.294-08:00Realidad subjetivaY no puedo ser ahora lo que algún día llegué a ser, ni llegaré a ser lo que hoy soy. Soy, dejando a cada instante esa parte que me caracterizaba en ese momento preciso, eso mío, eso que decía ser. Soy abandonándome al paso del tiempo. YOSOY ¡Al derecho y al revés!Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.comBlogger175125tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-74326785943803863032017-11-17T08:14:00.006-08:002017-11-17T08:14:49.657-08:00Desgracia de CoetzeeDurante largos meses abandoné la literatura. Soy estudiante de maestría en filosofía y, en una búsqueda desesperada por encontrar insumos para mi tesis, decidí dejar a un lado la literatura y me dediqué únicamente a escudriñar en Husserl. La vida se tornaba un tanto tediosa. Sin embargo, no sabía con qué libro romper mi abstinencia literaria. Soy una compradora compulsiva de libros. Compro 10, leo 1, me desespero; compro otros 10, leo 1 y allí ya quedo con 18 sin leer. Iba a tomar los libros olvidados de mi biblioteca, pero decidí no hacerlo.
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Escudriñando en una librería en Cali que me gusta mucho, llamada Libertienda, encontré un título que llamó mi atención: “Desgracia”. Cuánta fuerza en una sola palabra. Es contundente. En sí misma la palabra impacta. Dolor, pena, sufrimiento, infelicidad, mala suerte; desgracia. Le escribí a un amigo que siempre me hace buenas sugerencias literarias y me recomendó con mucho ímpetu su lectura. Me dijo que era de Coetzee, un escritor Sudrafricano que fue premio Nóbel en el 2003. Decidí tomarlo. No me equivoqué al escogerlo.
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Hace mucho tiempo no devoraba un texto en tan poco. Bien o mal el libro es corto, pero más allá de eso su trama te atrapa. El protagonista, David Lurie, para aquellos que sentimos un vacío constante ante las relaciones interpersonales y una incapacidad de entender realmente el mundo que nos rodea, genera empatía. Lurie es un profesor universitario que no se negaba a sí mismo sus deseos, no callaba a Dionisio ni sus pulsiones hedonistas y, gracias a eso, a una sociedad que no acepta aquellas pasiones que puede llegar a considerar “aberrantes”, pierde mucho de su vida. Decide entonces ir donde su hija, Lucy, quien vive en una zona rural. Aquí las peripecias no terminan. El título de este libro no es en vano. La desgracia subsume su vida en aquello que para él debía ser una experiencia grata de visita a su hija. David Lurie no es villano ni héroe, es humano. Es humano como todos, comete errores, desea, ama y reflexiona.
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Mezclando angustia y rabia se concluye el libro. Nos deja en vilo, suspendidos. Nos llena de impotencia, queremos hacer parte, ser personajes, adentrarnos y hacer algo en ella. Coetzee es capaz de mezclar literatura, poesía, música, problemas políticos, misoginia y una sensación de incapacidad de modificar la fatalidad de la existencia.
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No creo que alguien sea capaz de pasar impune ante esta novela, cerrar su contratapa sin sentir una suerte de vacío en el estómago y una sensación inefable en el pecho. Para todos aquellos que les gusta socavar en lo más profundo de la tragedia humana y sentir, al finalizar un libro, que algo se ha trastocado en su conciencia; les sugiero sobremanera esta lectura.
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<br /><div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-16868109331666045542017-11-17T08:13:00.000-08:002017-11-17T08:13:09.442-08:00Un inicio...El ocio siempre ha sido condenado. ¡Utiliza tu tiempo! ¡Rinde! ¡Sé productivo! ¡Haz esto o aquello! La vida se mueve ahora en función de la utilidad mercantil. Si no hacés con tu tiempo algo que produzca dinero, lo estás perdiendo. Sin embargo, lo que escogí como profesión necesita de ocio, de tiempo, de “inutilidad” en una sociedad capitalista que solo piensa en producir. “Desperdicio” mi tiempo en libros, en series, en películas, en contemplación, en letras. ¿Cómo hacer de esa “pérdida” algo útil?
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Muchas maneras puede haber; hacer filosofía, por ejemplo... Pero ese ideal se cae por mi ausencia de tiempo, porque debo ser “productiva” para poder pagar mis estudios y eso suprime de mi día a día los momentos de reflexión. No obstante procrastino y lo hago mucho. Le quito tiempo a aquello que se supone debo hacer con dibujos, letras, libros y muchas series. Estas últimas no me parecen triviales; hay un análisis filosófico profundo que se puede hacer a las series y más en el auge que se encuentran actualmente.
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Quiero usar los nuevos medios para hacer filosofía. Tengo los mamarrachos de Diarios de una Sofía y un intento infructuoso por hacer videos (que cayó por desconocimiento en edición y falta de equipos decentes). Voy a intentar incursionar ahora en el blog. Acabo libros, series y películas que en ocasiones quedan en el vacío, en ocasiones olvido. Quisiera poder compartirlas. Vamos a ver cómo me va en este nuevo intento por traer la filosofía a la vida cotidiana.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-30064483685550775472017-02-13T10:21:00.003-08:002017-02-13T10:21:50.682-08:00Comentario a la "advertencia" de Montaigne en sus ensayosCali, Febrero 8 del 2017
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Paola Andrea Fernández Zapata
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Estudiante de maestría en filosofía.
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Universidad del Valle.
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Seminario de pregrado y posgrado: Los Ensayos de Montaigne y la pintura de sí.
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AL PROFESOR
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¿Cómo comentar filosóficamente algo? Más aún ¿Cómo comentar filosóficamente a alguien? Comentar implica hablar, dialogar, decirle algo a alguien, a un extraño, a un amigo, a un ajeno, a unas letras escritas hace 437 años, o ayer, o hace mil años; algo, lo que sea, con o sin sentido, con o sin propósito; pero, en sí mismo, comentar implica hablar. Hablar por escrito, hablar oralmente, pero hablar, dialogar, entablar a un otro con el cual conversar.
Pero ¿comentar filosóficamente? ¿Implicaría hablar críticamente? ¿O, tal vez, acudir a la teoría de grandes filósofos para hablar con ‘propiedad’? ¿Propiedad de qué? ¿Del conocimiento que, en sí mismo, es de otro?; ¿o será que comentar filosóficamente es una exposición rigurosa, una exégesis, de una lectura concienzuda? ¿Y ahí dónde habría filosofía? Tal vez allí haya un buen lector y una excelente comprensión de lectura ¿y la acción? ¿Y la filosofía? Para mí la filosofía está viva, se mueve, es dinámica; pensar es actuar. Pero, entonces, ¿qué es comentar filosóficamente? ¿Comentar filosóficamente se debe relegar a hacer notas al pie de grandes pensadores? ¿Soy tan incapaz de proponer mi mirada? ¿O tal vez postular cualquier visión del mundo es prepotente y osado al creerme tanto como para poder emprender ese camino sola?
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Muchos hablan con el rostro de otros y para poder decirse a sí mismos tienen que citar a un ajeno; pienso que ellos no son sabios, se refugian en la teoría para maquillar su ignorancia. Muchos comentarán filosóficamente utilizando la lengua de aquellos en los que refugian su incapacidad de hablar por sí solos. O quizá yo, al no ser sabia, me refugio en una supuesta autonomía que desdibuja mi incapacidad de hablar con la boca de otros o hasta de entender sus palabras. No sé cuál sea la mejor manera de comentar filosóficamente algo, quizá porque propiamente decir que se hace “filosofía” es problemático.
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Creo que en la rúbrica de este ejercicio no estaba la palabra “filosóficamente” acompañando al comentario y yo me metí en este embrollo sola. Quizá pienso que simplemente dialogar con un texto es un ejercicio vacuo y limitado, pero “filosóficamente” sea una empresa más loable.
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No sé cómo hablarle a un texto y menos cómo comentar filosóficamente; pero sí, quizá, cómo hablarle a Montaigne; porque su texto es él, porque él se da por entero en sus letras, porque hablarle a un texto sería dirigirse a un abstracto, pero no le estamos hablando a unos símbolos, le estamos hablando a un humano, a un humano tal cual soy yo, tal cual somos todos. Y quizá pueda hablarle filosóficamente en tanto mi diálogo sea profundo y riguroso, mi lectura sea crítica y pueda sentarme frente a él a refutar, afirmar, compartir o debatir.
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Montaigne también me habló a mí como otro, me reconoció como existente, me dio un lugar como alteridad; pero me dejó ajeno a él y a sus letras al mismo tiempo que me invitaba irónicamente a decidir ser parte de ellas. En esa suerte de advertencia que anteceden las páginas de sus ensayos, Montaigne me invita y me repele.
Es como si visitara las puertas de su casa como foránea y me invitase a seguir a la sala, pero me dijera que no puedo seguir a su cuarto. Sin embargo, se va, dejando el pasillo libre y habilitado para transitar y llegar hasta su regazo. Me dice “no sigas”, pero me deja el camino libre para andarlo y una luz encendida al final del pasillo. Me dice “no vale la pena entrar”, pero me deja un camino de esmeraldas y una promesa de tesoros al fondo de su casa; una promesa que él no dio, pero sabemos que tiene. Montaigne no me deja afuera porque, así me haya invitado y rechazado a la vez, me ha hecho parte con tan solo tenerme en cuenta. Se dirigió a mí como lectora y su título mismo lo indica “al lector”. Esa soy yo, al otro lado, leyendo, sentada en el otro sofá de su sala, de su castillo, de Montaigne como lugar, de Montaigne como él mismo, como ser, como morada.
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Creo que ahí reside lo inquietante de esta antesala a sus letras, a su ser, a la imagen que él pinta de sí. Nos deja la puerta abierta, pero nos despide en la entrada. Nos hace libres. Los textos normalmente se escriben sin invitar al lector a tomar la decisión de embarcarse en él. Están ahí y yo me acerco a él, inquieto, sediento de él; pero el autor no me invita, hace un monólogo y da por sentado que otro escucha. Montaigne no es así. Montaigne me da la posibilidad de tomarlo o dejarlo, me invita y me despide en la entrada y me hace saber que soy enteramente libre de tomar la decisión de seguir o de irme.
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Montaigne me da su rostro, no son las letras quienes se muestran, sino la cara de él, directa, plenamente. Él habla como particular, desde el yo, como sujeto que vive y experimenta tal cual yo lo hago. Por eso no habla desde universales ni intenta crear grandes sistemas que describan el mundo. Él mismo lo dice, ¡cómo poder emprender empresa semejante! Pero al ilustrarse a él ilustra a la misma humanidad, porque no pinta más que un ser humano, a él, a mí, a todos. No sé, quizá, si ese fue su objeto así lo niegue. Dice que su objetivo fue perpetuarse a sus seres queridos únicamente y, de hecho, así lo hizo. Todos los que nos sentamos a hablar con él somos su seres queridos, entramos en su casa poco a poco. Al comienzo nos dejó en la sala, pero avanzamos a su cuarto y hablaremos, cara a cara, con él.
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Y así su objetivo haya sido únicamente “doméstico y privado” y no buscase consideración ni por mi servicio ni por su gloria, transgredió sus objetivos y los hizo contrarios. Al escribir se perpetuó y al perpetuarse se hizo público, público pero privado. Público en tanto todos podemos hacer uso de él y privado en tanto nos compete a cada uno. Se involucra con un elemento fundamental de la condición humana: la empatía. Nosotros nos sentimos parte de él porque nos identificamos con él. Es un humano. Como yo. Como todos. Y al no intentar hacer universales propició más la reflexión conceptual que aquellos que pretendían construir grandes sistemas que describieran la realidad. No buscó su gloria, pero se perpetuó en la historia, no buscó mi servicio, pero me hizo parte desde el inicio, me tuvo en cuenta como otro, tal cual él, me dio la posibilidad de elegir, me hizo libre.
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Quizá Montaigne, sentado en su palacio el 12 de junio de 1580 jamás pensó que algún incauto después tomaría como sensatas sus palabras. O quizá desde siempre sabía que iba a ser inmortal. Quizá no podremos saberlo, pero podemos adentrarnos en él, no en él como concepto, sino en él como sujeto. Qué empresa más difícil emprendió, ¡intentaba conocerse a sí mismo! Y en su intento nos dio la posibilidad de conocernos también a nosotros.
<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-48091354220047083912017-02-08T14:46:00.001-08:002017-02-08T14:51:05.007-08:00Foránea de mí<br />
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Me siento foránea en mi vida. Y con todo, hago parte. Me leo como otra, pero soy protagonista. Quiero algo, pero no sé qué. Ahí reside la inconmensurabilidad de mi deseo y lo impotente de mi acción. Camino, ando, lucho, leo, lloro, discuto, doy vueltas en círculos y retomo la carrera, pero no hay destino, no hay propósito y la empresa se vuelve tanto loable como carente de sentido. Sé que no soy la única. Quizá no todos se sientan así, pero sí muchos. Pero este sinsabor es mío, este sinsentido me pertenece, es lo único que sé que existe y que dibuja mi realidad.
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Jamás me he sentido plena; me acongoja, pero me satisface, ¿qué pasaría si me sintiese completa? ¡Moriría! Lo que se detiene muere, pierde color, se marchita. Todo fluye, bien lo dijo el oscuro Heráclito. Pero me da miedo el movimiento y me aterra la quietud, ¿qué hago si no me quiero mover, pero tampoco quiero permanecer?
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Tengo una fijación patológica en la repetición del caos. No me siento completa en la plenitud y me siento vacía en el movimiento. ¿Qué hacer ante lo incierto de la indeterminación? Siento que debería encontrar un polo del cual aferrarme, creer en algo fielmente, ser la misma todos los días, tomar decisiones, crecer; “¡madurá, Paola!” lo he escuchado en muchos tonos, bajo muchos rostros y en muchos momentos. Pero quizá no quiero hacerlo. No quiero asumirme y por eso me aterra crecer, ser responsable de mí, de mis acciones, de mi desvarío.
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O quizá exagero y no soy todo lo que de mí creo. Quizá soy tan solo una niña, sí, efectivamente una niña, pero sin profundidad ni gracia, tal vez sí perdida, pero en su necesidad de llamar la atención, en su supuesto tormento. O quizá me inventé mi caos y ahora es real. ¿Acaso lo fáctico es únicamente lo vivido empíricamente? Yo vivo como real mi angustia, así no exista, así no sea, así venga en las noches, se despierte en la mañana, se deshaga en la tarde y se pierda en compañía. Por eso necesito la compañía, para olvidar la angustia que me autoimpuse como real.
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Mi angustia no tiene nombre, no tiene rostro y no tiene motivo. Ahí reside lo verdaderamente angustioso de mi angustia: no es, no existe; pero es latente y la siento aquí, adentro mío, siempre.
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<br /><div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-55981733766242478142017-01-12T07:35:00.000-08:002017-01-19T15:41:14.036-08:00Diarios de viaje: Cali, Colombia - Montañita enero 2017Este post tiene como fin ser un canal comunicativo que ayude a otros viajeros a hacer un plan de viaje y a hacerse una idea de los precios. Viajé con mi novio y cuando nos preparábamos buscamos como locos información para saber cómo llegar y cuánto íbamos a gastar, pero no encontrábamos o la poca que hallábamos era viejísima y los precios habían variado. Por eso realizamos estos posts, esperamos hacer muchos como estos, ¡llenar de sellos el pasaporte! Conocer, aprender, hablar, nutrir mi alma y ayudar a otros a que se dispongan a hacerlo. Viajar solo requiere un poco de ahorros y salir a tomar el bus. No dejen que la cotidianidad de los días y el tedio del trabajo los mantenga absortos y no los deje salir a conocer. Los mejores y más valiosos conocimientos, más que en la academia, se dan en la interacción con diferentes culturas, en el asombro de paisajes inhóspitos y hermosos, ¡en salir y vivir!
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Bueno, dejando a un lado la retórica la ruta fue así:
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Nosotros primero paramos en Pasto al carnaval de Negros y Blancos (recomendadísmo) allí estuvimos cinco días. Desde Cali tomamos una flota Magdalena (pueden coger mejor un Bolivariano, pero no había porque los compramos sobre el tiempo), nos costó $65.000 hasta Pasto. Si van directamente a Montañita tomen el bus hasta Ipiales, les saldrá por el mismo precio y se demoran al rededor de diez horas. En Ipiales les recomiendo que se pasen por la catedral de Las Lajas, es hermosa y no les quitará mucho tiempo. Toman un colectivo a $2.500 hasta allá, es bellísimo.
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Y bueno, retomando el viaje hacia Montañita, deben llegar nuevamente a la terminal de Ipiales y desde allí tomar un colectivo que les cuesta $1.700 hasta Rumichaca; esa es la frontera entre Colombia y Ecuador. Ahí deben sellar el pasaporte de salida de Colombia, luego pasan caminando un puente amarillo y está migración de ecuador, allí sellan el pasaporte con la entrada a este país. Este proceso es largo porque las filas son extensas, vayan con calma. Allí pueden cambiar los pesos a dólares (la moneda ecuatoriana es el dólar).
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Cuando salgan de la embajada van a encontrar unos taxis que los llevan hasta Tulcán en 3.50 dólares. Se demoran más o menos de diez a veinte minutos en llegar. Ya en Tulcán tienen dos opciones, o tomar un bus directamente a Guayaquil, o tomar un bus a Quito y desde allí uno a Guayaquil. Ambas se demoran el mismo tiempo y cuestan lo mismo. Nosotros de ida tomamos un bus directo de Tulcán a Guayaquil que nos costó 17 dólares. Fueron trece horas de viaje. De devuelta cogimos un bus de Guayaquil a Quito que se demoró 8 horas y nos costó 11 dólares, y de ahí un bus a Tulcán que se demoró 5 horas y costó 6 dólares. Como les digo, es lo mismo, depende de si quieren pasar todas las trece horas en el bus o si quieren parar a conocer Quito, como quieran.
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Ya en Guayaquil deben tomar un bus a Montañita, salen cada hora, nosotros llegamos a las doce, pero ya el de la una estaba lleno entones tomamos el de las dos. El bus nos costó 6 dólares, va directo, y se demora tres horas.
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En Montañita todo es sumamente económico. A nosotros nos tocó un momento en el que el peso se encuentra totalmente devaluado, un dólar son $3.000 y con todo salió baratísimo. El almuerzo más costoso que encontramos fue de 6 dólares y eso que perfectamente se pueden encontrar almuerzos muy completos a 3 dolares. Sin embargo, si su hostal tiene cocina, pueden comprar la comida para preparar y les sale más económico. Los hostales oscilan entre los 6 y 15 dólares.
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Nosotros nos quedamos en un hostal con camarotes, baño y cocina compartido que costaba 8 dólares la noche. Se llama Hidden House. Las instalaciones son muy bonitas, el espacio es genial, pero no nos agradó el dueño, nos pareció que era sumamente prepotente y no tenía actitud hospitalaria. Además, la bombilla de nuestra habitación estaba dañada y jamás atendieron a nuestros llamados para arreglarla. Sin embargo, las cocinas eran chéveres, habían hamacas, televisor con Play, agua caliente, cócteles gratis en la noche. En fin.
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Ahora bien, en Montañita hay infinidad de hostales, pueden averiguar con antelación o llegar ese mismo día y averiguar ¡hay muchísimos! Montañita es un pueblito enteramente turísitico, la rumba es hasta el amanecer, solo descansan las discotecas y bares los domingos. A mí me gustó mucho el parche porque conocimos personas increíbles y muchas culturas, además la playa era hermosa. No obstante, hay demasiada gente, así que si buscas un destino tranquilo Montañita no es una opción. Puedes ir a otras playas de la ruta del sol.
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Nosotros fuimos a un Parque Natural llamado los Frailes, a dos horas de Montañita. Tomamos un bus desde ahí, nos costó 3 dólares. Las playas son sumamente hermosas, les recomiendo ir. Deben caminar dos horas para llegar, o pueden tomar un bus desde la portería. Es un destino que no se pueden perder. Cerca de Montañita hay muchísimas playas también muy bellas, nosotros estuvimos poco tiempo y por eso no pudimos ir, pero pueden averiguar destinos con las personas de allá.
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Esperamos que les haya servido esta información; ¡buen viaje! <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-62287319090152583532016-05-09T21:52:00.001-07:002016-05-09T21:56:32.791-07:00El "hubiese podido ser" I parte. <br />
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El tiempo siempre nos ha embelesado, encanta, maravilla, inquieta, preocupa, horroriza y estremece. Nos aterroriza lo que será, pero al mismo tiempo nos llama; somos en un ahora, pero continuamente referenciamos el ayer. El tiempo nos aplasta. No podemos parar el torrente del tiempo y el agua sigue corriendo, crea camino y rompe montañas sin poderse detener. Empezó y sigue y no hay manera de dar vuelta o de contener. Pensar en la posibilidad de cambiar lo que fue y crear un nuevo mañana provoca suspiros, congojas y la impotencia de no poder hacer del pasado un nuevo presente más que el que ya es.
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Es un hecho, fácticamente podemos distinguir tres tiempos, redundante nombrarlo tal vez, pasado, presente y futuro. Lo que se fue, lo que se es en acto y la potencialidad del ser. Todo se conjuga en un yo que se adentra en el tiempo y que se identifica en esa aparente linealidad. Sabemos quiénes somos y nos podemos distinguir en el paso de los años- creamos una aparente identidad en el devenir de los días y, a pesar del cambio, afirmamos ser nosotros mismos así el espejo revele rostros diferentes.
Evidentemente, hay algo que se fue que demarca lo que se es y antecede lo que se será y claro, hay alguien que vive ese cambio en los tiempos, esa linealidad del transcurrir de los días, ese ser trascendental que es transversal a las conocidas tres partes del tiempo. Hay un yo que vive el tiempo, sea lo que sea que represente ese yo. Puedo distinguir, entonces, que hay algo que fui, algo que estoy siendo y algo que seré. Sin embargo, creo, hay un tiempo que se escapa, un tiempo que no existió, pero que se trae al presente como si hubiese sido; un tiempo muerto, pero latente: “el hubiese podido ser”. ¿Qué hay de ese tiempo difuso, diluido en las capas del tiempo, pero presente en la posibilidad? ¿Cómo se podría llamar a ese tiempo que no es, pero que existe en el recuerdo como algo que pudo haber sido y no es? La posibilidad nunca se ha contado como tiempo.
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¿Qué pasa cuando se toma un camino y se renuncia a las múltiples posibilidades de tomar otro? Se crea un tiempo inexistente, un tiempo de la infinita posibilidad, de las decisiones no tomadas; se hace un camino de lo posible, de lo que “hubiese podido ser”, de todas las posibilidades perdidas por la posibilidad tomada. Cada decisión implica una renuncia, cada senda tomada implica una pérdida, por cada paso que se da se dejan de tomar infinitos más que generan infinitas posibilidades de mundo que no fueron. Pero entonces, ¿qué pasa con esa infinidad de posibilidades no tomadas? ¿Qué pasa con ese tiempo que, si bien no es, ni en acto ni en potencia, se piensa y se recrea como si hubiese tenido un verdadero lugar en la linealidad del tiempo? “El hubiese podido ser” angustia por su presencia perenne dentro del recuerdo como algo que fue posible. El tiempo y su inexorable yugo nos obliga a tomar decisiones, a escoger, incluso, no tomar una decisión es ya una decisión de no tomar una, lo cual implica la renuncia a la otra posibilidad de decisión.
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Cuando sucede esto, cuando se abandona una posibilidad por otra, se crea todo un campo imaginario en el tiempo que se recrea en la memoria y se trae como un recuerdo casi palpable como si hubiese sido un hecho. ¿Qué hubiese pasado sí…? ¿Qué sería de mi vida si yo…? ¿Qué estaría haciendo ahora si en tal momento yo…? Y todos esos verbos conjugados en el condicional aterran porque fueron posibles, porque se materializan, porque esa posibilidad genera infinitos caminos más de posibilidades. El tiempo en condicional aterra porque yo fui quien hice que ese tiempo no fuese real, porque fue enteramente mi responsabilidad que ese tiempo muriera y nunca fuese presente.
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<br /><div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-88217130993818483532015-08-09T15:21:00.002-07:002015-08-09T15:21:49.266-07:00He aquí la soledad<br />
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Acabé mi carrera. Sí, ocho semestres de formación filosófica pasaron y, si bien no me siento filósofa, un cartón dirá lo contrario. He finalizado mi primer proceso académico. Tengo miedo. Estoy finalizando mi primera y adolescente relación sentimental con la academia. Es un periodo de transición, de cambio. Eso es lo que me asusta, el cambio. Siempre lo he pensado, tengo una fijación patológica por la conservación del pasado, me asusta empezar, me asusta rehacer, me asusta encontrarme con alguno nuevo sobre mí, me asusta crearme todos los días y no ser la Paola de ayer. Es inexorable, lo sé. Ha pasado tanto en tan poco que no creo poder encontrarme de la misma manera ante el espejo. Han sido meses difíciles. He aprendido el valor de mi compañía a punta de desencuentros, desamor y angustia. He aprendido, y no como una dulce enseñanza sino como una cruda imposición, qué es estar sin la compañía del otro, qué es asumirse en el mundo. Sentí miedo y, claro, aún lo siento; pero ya aprendí, aprendí que no existe otro ser que me acompañe en mis pasos, que estoy acá, caminando conmigo. Tuve mucho afán de morir, lo intenté, fallé; fallé hasta en mi más básica necesidad de autodestrucción.
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Toda mi vida he tenido <i>horror vacui</i>; he llenado mis vacíos con múltiples actividades, con gente, con sonrisas, con momentos, con tanta nada sin sentido. Ahora no quiero llenarme de eso, lo siento absurdo, no quiero volcarme nuevamente sobre el otro y entregarle toda mi energía pulsional a cuanto quiera acompañarme en mi caos. Pero al menos antes sabía sobre mi necesidad del otro, ahora no tengo nada claro. No necesito la presencia de un ajeno, pero aún no me siento bien acompañada conmigo. Esto es aún más confuso que mi patológica necesidad del otro. Aún no sé cómo asumirme, debo hacerlo, debo empezar proyectos nuevos, trazarme nuevas rutas para el vuelo. Sin embargo, me siento sola. No en tanto el otro, no, ya el otro me ha dejado de importar; me siento sin propósito. Tengo que edificarme de nuevo. Me siento sola conmigo y me aterra. Me estoy haciendo, tengo que aceptarlo, no soy la Paola que fui y nunca sabré lo que llegaré a ser. Tengo que aceptar la incertidumbre del tiempo.
<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-56666528321515374472014-11-09T09:00:00.001-08:002014-11-09T09:00:46.729-08:00Nada te salvaMatarte tres veces y volverte a besar, tal vez para eso sirva la imaginación. En lo cuentos te asesino y con mi sangre te reanimo, pero acá, en mis días, sos vos el que matás. Como Salomé a Juan, pidiendo su cabeza y rogando su regreso, amando y odiando, deseando y repudiando, tánatos y eros; la caótica ambrosía sentimental. En algún momento creí y aclamé con ímpetu que el amor era la base de la vida, el substrato de los instantes y la base de la fuerza. Ahora creo que sí, el amor es combustible, pero el amor hacia sí, ahí está el giro, el quiebre de sentido. Cuán fácil es decirlo y escupir letras angustiadas con un vaivén del esfero. Escupo, escupo, escupo miedos, como si se quedaran en las hojas, como si se fuesen a quedar ocultos en los recovecos del alma por temor ante mis tormentosos gritos. Ahí está el conflicto; escribir los miedos no alivia ni da calma, solo es un placebo de quietud, un aparente sosiego. Y nada ayuda, el temor se acrecenta, mi amor disminuye, mi odio aumenta, mi paz se esfuma. No hay nada que me salve de mí. Creí algún día que estudiar carreras reflexivas me iba a ayudar a solventar la vida. Por ahí varios filósofos consideran su quehacer como la manera de encontrar “paz en los pensamientos”, ¿paz? ¡PAZ? ¿Dónde está la calma? ¿En la reflexión posterior? ¿En la erudición luego del huracán? La paz debe aparecer para afrontar situaciones de conflicto, no para reflexionar luego de prender fuego en el paraíso. La filosofía, sí, claro, sirve… Sirve para escupir palabras bonitas y estructurarlas en una oración con sentido, ¿pero para la vida? Para la vida no hay ocupación que valga. Y aquí es donde muero; ni él, ni yo, ni la filosofía, ni mi madre, ni mi padre, ni mi hermano, ni la vida, nada, nada me salva de mí. Sigo aquí por costumbre de vivir. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-46198135036282127502014-07-10T09:51:00.000-07:002014-07-10T09:51:03.295-07:00La soledad. Las efemérides y las horas, todas repletas de nada. Ella siempre se preguntó qué la hacía sentirse así, qué era esa sensación de soledad a pesar de la compañía, de tristeza a pesar de su plenitud aparente, de suspiros profundos y de llanto infundado; ¿por qué se sentía sola? La gente suele relacionar la soledad con ausencia de compañía; ella sabía que no era así. Toda su vida le ha tenido pavor a la soledad y no ha tenido miedo de afirmarlo, pero la soledad va más allá de las personas y de su aprobación; la soledad es estar vacío.
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<br />
¡Eso es! La soledad es sentirse sin propósito, sin fin, sin funcionalidad. Por eso la vejez es compleja, más que por los años o la cercanía a la muerte, lo que pesa es la nada y el sinsentido de la falta de función. Eso es sentirse vacío, es sentirse despojado de uno, porque ese uno, lo que las personas suponen ser, su identidad, bien o mal, se conforma con y gracias a lo otro. Sí, a lo otro, no solo a los otros. Nos construimos con la sociedad que nos circunscribe, pero lo que realmente nos da lo que somos es lo que hacemos; lo que creemos ser está fundamentado en nuestra función, bien lo dijo Marx, pero no es solo en el trabajo, es en todo quehacer de nuestro diario. Estar solo es saberse sin esencia, sin camino, por eso la soledad no es ante la gente, la soledad es ante uno, ante uno sin razón en el mundo. Esa es la desolación más fuerte.
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Ella lo sabe muy bien, las personas, sus allegados en quienes había depositado sus más fuertes anhelos solo eran excusas, solo representaban su más fuerte deseo de librarse de esa sensación de vacío provocada por su sinsentido. Ella no sabe para qué sirve exactamente. Siempre se ha desenvuelto bien en sus funciones, pero no sabe en realidad si eso es ella. Ella se siente sola porque no sabe si es lo que dice y cree ser. La gente solo la ocupa, le llena el vacío que la invade. Lo mismo hacía con los pasatiempos, ella se llena de funciones para acompañar su soledad, su soledad frente al mundo, frente a su carencia de esencia, frente a su falta de seguridad ante la vida, frente al despropósito total de su nada.
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Por eso ella se sentía sola cuando no estaba ocupada y por eso ella aclamaba a los otros cuando se sentía carente de propósito, cuando las horas no se llenaban y el sueño no llegaba; cuando los minutos pesaban y los letras no servían; cuando Dostoievski aburría y Ciorán desolaba; cuando pasaba más horas frente al computador que frente a una biblioteca; ahí, justo en esos momentos de agonía del tiempo infinito desperdiciado, ahí aclamaba ayuda y culpaba a todo lo que la rodeaba de su tristeza y su melancolía.
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Tal vez ella huye de la soledad de la falta de ocupación porque la siente como un final. La muerte para ella es el despropósito total, la ausencia de mañana, de quehaceres, de porvenir, de acciones a futuro. En la muerte no hay acción, no hay nada. Tal vez es eso, le daba miedo la soledad porque le aterraba que al sentirse sin función se acercase a la muerte, al absoluto vacío del final. Pero lo dijo Heidegger, somos seres para la muerte y, así llenemos del continuo ocuparse y de pasatiempos nuestros días, el aburrimiento existencial, como él le llama a esta nada que ella siente, no se va así de fácil. Ella entiende a Heidegger cuando afirma que el Dasein se encuentra con él mismo precisamente en ese aburrimiento al que ella llama sinsentido o nada, pero ella siente que no podría soportar el encuentro consigo misma porque odia lo que es.
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Eso es, ella odia lo que es.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-66370954638398971092014-07-03T10:09:00.001-07:002014-07-03T10:12:44.313-07:00Julio 3 de 2014Y cada día se acrecienta el vacío en el pecho, la culpa y el sinsabor de los días perdidos, del futuro no escrito, de las páginas sin tinta y de las horas sin oficio. Y así transitan los días, vagones sin almas y timón sin guía. Veo desde la intrincada celosía de mi alma todo el mundo que me circunscribe, que, concomitante, me obliga estar a su lado. Acá, con nada, ¿cuándo escribiré una novela? Veinte años mal vividos, creyéndome el cuento de cuando en cuando, soñando con un futuro prolífico, llena de alegrías aparentes y de llantos sin fundamento, ¿cuándo empezaré a escribir algo que valga la pena ser leído? ¿cuál es mi necesidad de ser leída, de asentarme en la historia y encontrar en la lectura maravillada de los otros mi sustento? Estos diarios no sirven de nada, si lo leen tres pelagatos es mucho y tampoco tiene valor. Necesito escribir una novela. Tal vez por eso admiro tanto a Pizarnik, a Bukowski, a Baudelaire, a Proust, porque desde lo profundo de su alma hicieron literatura, sin forzarse, sin preocuparse más que de su catarsis, de su caos, de su infierno. Algún día llegaré a trasformar mi tormenta en arte y mi tormento en texto. Y con todo y mis ansias, con todo y mi ímpetu, pierdo mis mañanas en la vacuidad de los medios, en la desesperanza y el mareo, en el precipicio de la angustia ¿cómo librarme de la nada que me invade? ¿cómo quitarme el peso de los días si los vuelvo más pesados con el tiempo? Quiero ser como Pizarnik... Joder, jamás escribiré algo que valga la pena ser leído... <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-30117603625483830522014-06-21T10:38:00.001-07:002014-06-21T11:12:41.265-07:00Sábado 21 de Junio de 2014<br />
Borbotones de melancolía y trozos de sonrisa en los recovecos de mi cómoda alma atormentada.
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Me siento cómoda en la angustia. Grito que quiero salir de ella pero algo de mí se siente en una situación de <i>comfort</i>.
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Ayer se suicidó una amiga de mi edad y mis características aparentemente alegres. Me asusta sobremanera saberme tan afín a dicho propósito. Pero no puedo jactarme de una fuerza semejante como para darle fin a todo. Soy tan pusilánime que solo la idea me saca corriendo a la calle, a buscar quehaceres, momentos y gente.
<br />
Ayer caminando a la 66 sentí que me perseguían. Últimamente me pasa eso. Siento que al dar un paso alguien lo da conmigo, no sé si alucino o si, en mi afán de compañía y pánico ante la soledad, me invento a un otro que camina tras de mí. También le encuentro figuras a las sombras, a las bolsas de basura, a las esquinas oscuras. Esas formas sí me asustan, no me gusta que me acompañen, pero los pasos que me persiguen me agradan.
<br /> Tengo que terminar mi trabajo de Heidegger para publicar. Me gusta, me gusta llenarme de quehaceres pero los postergo. Me gusta sentirme acongojada por una supuesta irresponsabilidad que nunca dejo ser. Soy tan responsable que siento ser una cuadrícula impenetrable. Me asusta. Quiero salir un poco de la agenda que me sostiene pero me subyuga. Algún día saldré de mí y cometeré incoherencias, pero incoherencias reales, no esas racionalizadas que solía cometer, no una cadena de malas acciones buscando torturarme con la culpa. Al menos ya salí de eso y ya no siento que deba pedir disculpas hasta de existir. Sigo con culpas de ayeres pero, hoy, mis días, se sienten libres de condenas.
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No soy capaz de pensarme como puramente presente. Sí, sé que somos solo ahora volcado hacia el futuro y formado en el ayer, Heidegger lo supo expresar, dentro de su lenguaje privado, muy bien. Pero algo de mí no acepta el hoy. Quiero ser mañanas pero sufro por mis ayeres ¿dónde está mi ahora? No hay. Todo está volcado en una agenda en donde están mis quehaceres hechos y por hacer y que, con mucha frecuencia, vuelvo y miro y sonrío. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-18037656155531579812014-06-20T17:47:00.000-07:002014-06-21T10:44:51.157-07:0020 de Junio 2014<br />
Hace mucho no escribía, sí claro, notas sueltas, apuntes académicos, quehaceres en la agenda y palabras inconexas en los bordes de las páginas, pero nada de mí. Me hace falta. Esto me libera. Hoy le entregué la tesis corregida a la señora de maestría, aún me quedan labores por tachar de mi agenda. No sé qué hacer cuando pierda mi oficio, no sé qué hacer ante mí sin labores.
<br />
7:40 de un viernes. Ayer salí, ganó Colombia, licor, personas, vuvucelas y vacuidad. Me alegra desprenderme de las letras y encontrarme entre la gente, me alegra sentirme parte de un gran todo, sentir que no soy única, dejar ese ego absurdo que me sumerge en los quejumbrosos lamentos de un alma atormentada. Sentirme entre una masa abyecta me salva. Me salva de creerme algo más o algo menos, fundirme en los otros me ayuda a no creer que soy la única que sufre. Todos sufren, todos lloran, todos se alegran y todos, empapados de dionisio, se tiran a los carros y lanzan espuma.
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Son las 7: 42 de un viernes maldecido. No me he bañado. No me encuentro. He discutido con todos y con todo. No puedo hacerme la vida más imposible a mí y por eso se lo hago a los otros. Quiero salir corriendo a cualquier parte, a cualquier parte que me salve. Esto no está bien, no me salvo. Hoy me vi un partido de fútbol con mi padre, me disgusta sobremanera pero no hay más excusa para compartir con él. Me pesa la vida.
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Son las 7:43, solo ha pasado un minuto. Cada día el tiempo pesa más, es como una tibia manta que recubre en un día cálido, sudor, tedio y melancolía.
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Son las 7:44, pasé horas leyendo a Pizarnik, la siento tan mía, tan propia, la siento mi yo de antaño. No quiero imitar su literatura pero quiero ser como ella. Concuerdo con ella en mucho, como que no quiero escribir novelas en donde la polifonía de los personajes recubra mi voz, no me interesa escribir de los otros, no me importan las historias. Cada vez que escribo hablo de vida, caos, sufrimiento o melancolía. No sé cómo afrontar la vida si no es de esa manera. Creo que algo de mí ama el caos generado de la nada yendo a ninguna parte. Amo a Pizarnik, pero no quiero escribir como ella. De hecho, antes de conocerla escribía semejante, así que algo de mí me grita que ella, desde muerta, me copió a mí. No quiero ser como ella, no quiero morir de sobredosis de mí.
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Saldré de aquí.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-44885306089436870472014-06-17T10:45:00.000-07:002014-06-21T11:16:32.520-07:00Martes 17 de Junio de 2014Entre nadas, nuevamente, procurando el algo; buscando ser.
<br />
¿Cuándo dejaré de ser para construirme?
<br />
Vida abyecta y desesperada. Ahora debo atender a Dora, la señora a quien ayudo a consumar su tesis de maestría. No he abandonado esta institución y me quejo, pero sigo escribiendo quehaceres en mi agenda, amando ponerle chulos y decirme "Paola, has cumplido, siéntente orgullosa y satisfecha de lo que eres". Me construyo en la ocupación. No soy más que tareas en una agenda y la promesa de vistos buenos de realización.
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No soy más que mera búsqueda, no soy la realización de mis deseos, soy el intento de responder a las peticiones de mi entorno, a mis responsabilidades, a mis seres amados. No soy más que el intento desesperado de responder a una pregunta que nunca he sabido formular bien ¿quién soy? ¿Cuál es mi propósito? No me respondo. Soy un mar de acertijos absurdo y borbotones de sensaciones pueriles.
<br />
En ocho minutos atiendo a la señora, yo miro el paisaje y llora mi alma ¿cuándo me atenderé? ¿Cuándo responderé a mi llamado? Me difumino en los otros, me proyecto en ellos, no soy más que mero proyecto volcado al mundo. Estoy dispuesta en los otros, no hay nada propio en mi ser. Los libros no me salvan, la música no me salva, la bicicleta no me salva, ni mucho menos mis amados quehaceres ¡los otros tampoco me salvan! No tengo paz, creo que la única tranquilidad perpetua está en la muerte.
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Cuando pienso en el suicidio pienso también que no se puede acabar lo que ni siquiera se asume. No estoy tomando la vida porr los cachos, la estoy masajeando suavemente entre los compromisos y el sosiego. Aún no me he adueñado de mi vida, aún no se cómo vivirla, lo he hecho de la mejor manera que puedo hacerlo, llena de compromisos y despojada de tiempo. Soy tanto tiempo que necesita dárselo al mundo. Me aterra encontrarme, me espanta encontrar un minuto a mi lado.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-13629893764147248062014-04-07T20:33:00.001-07:002014-04-07T20:33:39.332-07:00EllaTres días y medio después, dos de la tarde, tres copas, cinco tarjetas de antidepresivos y el intento de un personaje. Ella intenta empezar una novela. Ella no sabe qué crear para ser más ella y dejar tanto encanto de la apariencia. Ella no sabe qué personaje crear para proyectar en él su nada, su pandemónium y su ausencia de fe. Le ha puesto miles de nombres a su desencanto, le ha llamado hormonas, le ha titulado juventud, le ha intentado gritar raye-de-coco o gripa-mental. Ella lo ha intentado todo. Ella ahora está bien, ella sonríe, pero recuerda los vestigios del desasosiego de cada fin de mes y le da, por inercia, la sensación de vacío. Ella tiene miedo de volver a caer. Ella sigue en su universidad, cada día se esfuerza por ser cada vez más aquello que ella cree ser, por afirmarse en eso ajeno, por proyectar el deseo en los logros y por enajenarse más de sí y coincidir más con las letras de un muerto en un libro frío. Ella cree que nunca le encontrará un sentido real a sus días, que nunca proclamará con ímpetu “estoy feliz, ya está, estoy haciéndome como quiero ser y no necesito ser más”. Ella a veces piensa que eso le ha ayudado, le ha servido para estar en donde está, para tener buenas e inútiles calificaciones, una pareja a quien ama y que él la ama y un sinfín de experiencias y teorías en la cabeza. Ella debería sentirse bien, debería darse por bien servida ante el afloramiento de la vida, ante las oportunidades de sus días, ante tanto de tanto que tiene en su quehacer. Ella no sabe porqué no puede sentirse completa. Ella ahora se siente bien, no le falta nada, pero algo de ella desea no sentirse tan bien. Ella quiere crecer para ver si ese es el remedio para su estupidez. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-48912584327431956642014-03-17T19:42:00.000-07:002014-03-17T19:42:09.033-07:00"Conócete a ti mismo"Y así, vereis, ella al fin aprendió a dejar tanta teoría y aferrarse un tantico a la vida, a esa vida que atraviesa el tiempo, sin letras muertas, solo palabras latentes, palpitantes, ansiosas de práctica ¿en qué momento se desprende de su madre-sistema, de su hogar, de su familia de muertos en textos contándole cómo vivir un mundo en el que ellos no vivieron? Se fue de su asidero cuando se enfrentó a la melancolía del sin sentido de los otros, de vivir atada de ojos y manos, con los pies amputados, sin poder correr, sin plumas, sin colores, aunada a tantas descripciones de mundo, tan poco de ellas, tan tanto de todo.
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A veces uno se siente así ¿vos entendeis? Así, como fuera de sí, como poco de vos, como repleto de nada y carente de algo. Tal vez, solo tal vez es despertar y encontrarse ante una vida que es ajena, y cataplás, aparece el temor; el temor de saberse perdido ante las estructuras construidas, ante tanto edificio sin cimiento, ante tantos rascacielos sin sistema antisísmico. Y ahí vienen, esos malditos climas demenciales, tormentas quejumbrosas de salesitas en cristales, rayosrayacocos e infinidad de temblores. Y ahí se ve uno, sin paraguas, con ese pedacito de nada cubriéndolo a uno, desnudo ante el agua. Ahí, saliendo de ese resguardo aparente del ojo del huracán, gritando y recordando que el alma te dio avisos, te dijo “oye, todo tan bien no es tan bueno, despertarte todos los días bien en punto de las cinco, hacer tus quehaceres tan impecables y tan bien, ¿quién sos vos?” Y nunca, nunca quise responderlo. Heme aquí con las consecuencias de no limpiar bien el piso antes de construir la ciudad de mí. Heme aquí ante mí.
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Y es ahí cuando se es más uno que nunca, cuando uno se da cuenta que ningún sistema te define, que sos vos ante vos, tan llena de vos. Da miedo saberse sí mismo, saberse ajeno de lo que con ansias se intentó crear. Yo intenté ser letras, también quise ser caos, quise ser viento y quise ser mar, pero no soy más que yo. Yo soy tormenta, no siempre violenta, solo agua constante, solo tristezas pasajeras y alegrías aparentes. No soy cielo ni tampoco infierno, solo soy un continuo explotarse de a pocos. Lo duro es haberse creído e intentar haber sido y luego, ahí como siempre la culpa, la culpa de creerse propio de lo que no se es. Ahora, aún no sé lo que soy pero sí sé lo que no. Ahora sé que de las letras me aferro pero no me componen; sé que no soy viento pero tampoco soy fuego; sé que tal vez nunca sabré lo que soy pero tal vez de eso me puedo aferrar para seguir.
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<br/ ><div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-71329609161591842462014-03-08T08:31:00.000-08:002014-03-08T08:31:56.055-08:00Grito.No saber quién se es, eso es caer en el vacío de la probabilidad. Creerse tan propio de sí, tan dueño de lo que con tanto ímpetu se ha forjado, saberse ajeno de su proyección, saberse despojado de sí ¿soy para los otros? Me atiborro de quehaceres. Busco, busco desesperadamente un grito desde la nada que reafirme lo que soy, un eco, un llamado, una respuesta, un camino ¿cómo reafirmarse en la carencia de sentido? Tretas repletas de caídas, grito mi nombre, no escucho respuesta y siento vértigo. La música no me ayuda a hallarme, la teoría me enajena, la cotidianidad me desgarra pero el caos me deshace ¿vivir fragmentada o anulada? Decido optar por lo primero.
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Crearme como un boceto de nada, como un acetato maltrecho, escalones y trampolines, la desesperada búsqueda de un ascenso hacia algo que me brinde un asidero. Aferrarme a la nada que he construido. Me aferro fuerte a las escaleras, cae ácido en mis ojos, ¡cómo obnubilan los sueños sin realizar! Nada de lo que afirmo ser soy.
<br/ >
<br/ >Vivir de la nostalgia es al menos vivir de algo. Vivir manoseando palabras, despilfarrándolas. Hay días en que el alma no se encuentra, se aferra a un cuerpo ajeno y al vacío del tiempo. Mi alma no se puede llenar con momentos. Hay días en que las sonrisas y las máscaras se deshacen ante ausencias, ante la carencia de mí. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-72458906956563400732014-02-14T06:55:00.000-08:002014-02-14T07:01:28.673-08:00De los cólicos mentales y otros relatosEl tiempo muerto
<br/ >
Tres tazas
<br/ >
Dos anhelos
<br/ >
Un suspiro.
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<br/ >
Procrastinar y detruirse con no sé qués
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Las tardes llenas de tanto y vacías de todo
<br/ >
Qué vacío tan lleno
<br/ >
Dos pizcas de desazón y tres cucharadas de sinsentido.
<br/ >
<br/ >
Sinsentido sin razón
<br/ >
El problema radica en eso
<br/ >
Se rasgan las hojas que rajan el cuello
<br />
Se acaba la tinta del tintero.
<br />
<br />
Se mancha la portada
<br />
Se borra el epígrafe
<br />
Se blasfema en el prólogo
<br />
Se defeca en la conclusión.
<br />
<br />
Más nudos que desenlaces
<br />
más eufemismos que verdades
<br />
Más trama que historias
<br />
Más vacuidad que hechos.
<br />
<br />
De los cólicos mentales y otras trivialidades
<br />
De eso se pintan los Lunes en la mañana y los viernes fríos
<br />
Un pucho, el amanecer, el vacío de la probabilidad
<br />
La nada, que de tanto estar se vuelve el todo.
<br />
<br />
Sinsabor sin razón de viernes en la mañana
<br />
El sinsabor de la ilusión infundada
<br />
Del teclado lleno de migas
<br />
De la cabeza llena de palabras
<br />
<br />
El sinsentido del después de la calma
<br />
El salir del ojo del huracán
<br />
Tempestad, ráfagas inesperadas
<br />
Tinta regada, esferos degollados
<br />
<br />
Difuntas páginas malgastadas
<br />
Pobres hojas que nacieron para no tener sentido
<br />
Los cafés que ya no saben rico
<br />
Que saben a pasados.
<br />
<br />
¿A qué sabe un viernes frío?
<br />
A melancolía, esa melancolía que no tiene lugar
<br />
No tiene motivo, está, arrasa, se va
<br />
Y no dice por qué decidió asesinar.
<br />
<br />
Aprender, salir, hacer tiempo
<br />
Quemar tiempo, malgastar tiempo
<br />
Tiempo, tiempo, tiempo insaciable
<br />
Tiempo, tiempo, tiempo inagotable.
<br />
<br />
Hacer el mandado, ir por la leche
<br />
Quemar tiempo
<br />
Acariciar los perros, comer galletas óreo
<br />
Quemar tiempo
<br />
Abrir un libro, cerrarlo otra vez, escribir sandeces
<br />
Quemar tiempo
<br />
Arrancarse las uñas, gritar, desesperarse
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Incendio de tiempo.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-61106503936451347172014-01-20T21:29:00.000-08:002014-01-20T21:32:27.442-08:00¿será que la vida me quedará grande? Sé que soy joven y estúpida, de eso no cabe duda, pero me he enfrentado, en mi corto periodo de vida, con ciertos sucesos y nada me ha llevado a aprender, reflexionar, anclar la desgracia con el posible futuro y evitar daños. Yo no sé, hoy casi muero nuevamente en dos ruedas y sigo sin aprender, mil y un veces la experiencia me decía "respeta y ama"; solo cumplía lo segundo y a lo primero le hacía muecas burlescas y le escupía en la cara ¿ahora qué queda? ¿corregir? ¿cambiar? Tal vez por más que intente esta es la porquería que soy. No hay remedio. Moriré de angustia. Moriré de sobredosis de mí. No es la edad, soy yo y toda la vida tendré que lidiar conmigo. No me soporto. No me soportaré. No soporto la vida a mi lado. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-52537444473514590112014-01-09T10:00:00.001-08:002014-01-09T10:08:09.109-08:00Jueves.Hoy es jueves, día como cualquier otro, ninguna efeméride por la cual alegrarse, nada que contar, otro día, otro más, más canas en potencia, menos expectativas de vida, más expectativas volcadas en sueños, menos probabilidad de lograrlos, más desazón en acto.
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Ventilador, cobija, sudoku, esfero sin tinta.
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Me inutilizo, tampoco sé en qué podría utilizarme. Tengo miedo, tal vez de nada concreto y eso me asusta más. Tengo miedo de todo, de la ambigüedad del todo y de la facilidad de la nada, de la carencia de logros y de las ansias de reconocimiento, de la ausencia de calma y de la inexorable vida.
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Computador, televisor, agenda, olor de almuerzo.
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Han pasado diez minutos luego del medio día, la mitad de un día derrochando tiempo, despilfarrando oportunidades de no-sé-qué. El problema de la vida es cuando se tiene fe en ella. El problema de los días es cuando creemos que podemos hacer mucho con ellos. El problema de la realidad es cuando pensamos en ella como fantasía, la idealizamos, soñamos ser algo algún día, sobresalir, conocer al menos lo suficiente como para sentirse orgulloso de sí.
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Música, buscar otro esfero que tenga buena tinta, calor, mirar por la ventana.
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Bien lo dijo Erasmo de Rotterdam citando a Sófocles en el elogio de la locura: Cuanta menos sabiduría se tiene, más feliz se es. No es que me considere sabia, no sería tan ilusa, pero sí quiero algún día llegar a saber algo, no sé qué exactamente, pero algo que me haga aferrarme a la vida lo suficiente como para valorarla. Busco conocer, conversar con aquellos a quienes considero sabios para permearme de ellos, para hacerlos mi ejemplo, para aprender, aprender, aprender. Poco a poco siento que lleno un saco roto, le arrojo citas, teorías, postulados cada que puedo y de nada sirve.
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Tachar el sudoku con rabia por equivocarme en un número, sinsabor, ganas de lulada, salir corriendo.
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Nada que hacer, todos los días serán siempre iguales, ganas de más y cada vez menos. Algún día me llenaré de algo, de lo que sea. Pronto volveré a mis rutinarios quehaceres y todo este tiempo libre terriblemente mal gastado quedará atrás, luego añoraré el descanso y nuevamente cuando lo tenga lo aborreceré.
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Bajar a almorzar, salir a buscar lo que sea que me libere, pedalear, huir. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-36997613247998802142014-01-06T22:35:00.001-08:002014-01-06T22:35:35.908-08:00Y aquí estoy, subsumida también en esa masa mórbida sedienta de redes sociales, sintiendo el valioso tiempo esfumarse en los días que se tornan inútiles, saltando del inicio a cualquier serie, documental o artículo que considere interesante, ojeando uno que otro libro, perdiéndome en la imbecilidad colectiva. No he podido terminar un libro en este mes, compré tantos pensando que aprovecharía el tiempo, maldito tiempo ¿será que todo esto me ganó? ¿será que nadie escapa? Soy débil y estúpida como todos por acá, ahogándome en el tiempo de ocio arrojado a las trivialidades.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-7471380362605975502013-12-31T10:33:00.001-08:002013-12-31T10:35:30.514-08:00La vida de la humanidad está repleta de mañanas. <br />
Vuelve y juega. Otra efeméride une a la humanidad entera entorno a un no-sé-qué aparentemente alegre ¿por qué pensar en la finalización del año como un final y un comienzo? ¿por qué pensarse en esta época como un fénix que renace, que se genera del fuego y toma ímpetu con su vuelo? No es así, que hoy sea el último día del año y mañana el primero no significa que hoy se acaben los problemas y mañana empiece la tan anhelada vida nueva, ese caminito quimérico hacia la felicidad. No es así, no se deshacen los percances con un final aparente. No obstante, me uno a esa masa amorfa repleta de esperanzas y exorcizada de miedos. Creo, que más que pensar en un final para un nuevo comienzo, esta época es una excusa para el recuerdo, para la melancolía, la nostalgia, las sonrisas fundadas e infundadas.
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En esta vuelta de sol he aprendido sobremanera, aprendí (por enésima vez) que los errores pasan una cuenta de cobro extensa, que no se paga de contado, que se descuenta a cuotas de la cuenta del alma. Aprendí también que por más que se intente nada se olvida, que todo habita en el recuerdo y aparece en los escenarios más inhóspitos. Aprendí que se puede cambiar, pero que el estigma del pasado siempre va a pesar sobre tu hombro. Aprendí a librarme del miedo, a tomar decisiones, a saber qué quiero en mi vida. Aprendí que no necesito sentir que deshago y arraso todo a mi paso, para luego repararlo y sentirme como heroína. Aprendí que estoy casi sola, que las únicas amistades que valen son aquellas de largos años, que aquellas que aparecen de la nada, a la nada se van. Aprendí que no necesito probar para decir "hey, no lo vuelvo a hacer", porque así sea cierto, el peso de los daños pesan más que los aciertos del reparo.
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Aprendí a aceptar, a aceptar quién soy, a aceptar que tengo una gripa mental que me carcome de a pocos, ciertos días, muchos días, pero luego aparecerá la dicha aparente y podré sonreír. Aprendí a soportarme y debo aprender que los otros no tienen por qué hacerlo. Aprendí que todo camino tomado es un camino desertado, que así no haya tomado la decisión correcta, no puedo saltar de decisión en decisión. Aprendí que debo dejar de ser tan volátil, que debo materializarme, ser algo concreto. Aprendí que debo aprender tanto, que debo descender de la nube y darme (más, porque aún me falta) con el gélido suelo de la realidad. Aprendí que aún no sé nada y que mis conocimientos "tan reales" no me ayudan a resolver problemas de la vida real. Aprendí y aprenderé y sé que este día es una excusa para que la reminiscencia se apodere de mis pensamientos e intentar vislumbrar el mañana. Hoy finaliza lo que sea que sea esto y mañana supone comenzar. mañana hará calor y los barrotes de la nostalgia intentarán privar mi alma. Mañana será otro año. La vida de la humanidad está repletica de mañanas.
<br /><div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-3333732956383722312013-12-16T12:48:00.003-08:002013-12-16T12:50:29.646-08:00La derechaAmanecí, aplastada como todos los días. La frente sudorosa de Natalia me cubría de un manto húmedo y salado. Se limpió conmigo la saliva que escurría de su boca, lo poco que podía limpiar porque el resto estaba seca y adherida a su cachete. ¡Así no se puede vivir tranquila! ¡Necesito independencia!
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Mi compañera esta noche gozó de mejor suerte. Claro, ella es la izquierda, a ella se le pasa por alto lo difícil de esta vida. Ella no debe tomar el papel para limpiar el trasero untado de mierda de Natalia, ella no debe sujetar el lapicero ni tomar el mouse y dar click para sufrir luego de túnel carpiano, ella no debe extraer los mocos de sus fosas ni debe rascarle el ojo derecho y tampoco ella debe sostener las bolsas de la basura hasta el shut, chute, chú, no sé cómo se escribe, la verdad la de la ortografía es Natalia, no yo.
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Ni ella sufre mis suplicios ni yo me libro de ellos. Estoy supeditada a mi querida señora. A rascar su cabeza y a limpiar la biblioteca; a coger las agarraderas sospechosas repletas de bacterias del transporte urbano y a intentar sostenerla de las paredes de un baño público. Jamás me libraré de Natalia, ¿o sí? ¿Será que puedo? Hoy, luego de secar nuevamente los fluidos bucales de la señorita siento que rebasé la copa. Hoy he tomado la decisión. Me amputaré. Me emanciparé y me iré a caminar sola. No sé qué haría como una mano independiente pero tal vez llegue a ser presidente, tengo ideas grandes. Natalia ni siquiera ha podido empezar su novela. Solo me utiliza para pegarse en la frente tras sus fallidos intentos. Me decepciona. La aborrezco.
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Hoy lo he decidido. Pero tengo que tener mucha fuerza. No todas las manos pueden librarse de los tendones que la amarran al brazo. Quiero comentarle a la izquierda mis planes pero sé que de alguna manera puede escribir, con su terrible caligrafía, en alguna hoja, lo que pienso hacer y así se enteraría Natalia. Tengo que hacerlo sola ¿pero cómo? ¡Ya sé! ¡Todo se decidirá en la cocina!
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Tengo que tomar un gran impulso. Muy pocas veces he actuado sola, solo tomo ciertas iniciativas cuando se acuesta sobre mí y dura así largo tiempo, luego, ella se intenta mover y yo me quedo quieta, tan quieta que su cerebro se traba y manda un hormigueo en señal de alarma. Sé que eso le incomoda y me encanta. Ella tiene que sentir cuánto me incomoda su gran cabezota sobre mí, ella debe sentir mi rabia. Y bueno, hoy haré lo mismo pero con más fuerza. Hoy todo se decidirá en la cocina.
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Natalia, como todas las mañanas, se preparará su café y sus huevos revueltos. Carajo ¿cómo hago para que se antoje de algo que requiera cuchillo? Natalia se paró de la cama, se apoyó en mí para pararse, lo odio y la odio por eso. Fue a la cocina. Al llegar, rogué que se antojara de piña y tuviera que cortar las rodajas. No sé si fue la fe que le impregné a mis plegarias o simple casualidad pero así lo hizo. Tomó el cuchillo, pensé en mi independencia, mis falanges se llenaron de ímpetu, con una maniobra improvisada apunté el cuchillo hacia mi muñeca, con fuerza tomé el mango e introduje la lámina metálica ¡No sé qué pasa! Pierdo fuerza. Natalia grita. Izquierda me mira y me dice -¡Cortaste sus venas, nuestras venas! Veo pasar mi corta vida frente a mis uñas. Pienso, tal vez, si me hubiese quedado, si hubiese guardado calma, algún día Natalia escribiría su novela. Poco a poco me fui poniendo pálida, izquierda y Natalia también perdía color. Quiero gritarle que la amo y que no me decepciona. Intenté abrazarla pero no pude.
<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-66268044818725854032013-11-29T07:40:00.001-08:002013-11-29T07:48:34.652-08:00Primera, primerísima parte del segundo intento de novela.-¿A qué sabe la felicidad?- Le preguntó la bala a la pistola - A plenitud y buenos día- respondió ella. Así me desperté la mañana del primer Domingo del pasado mes, intentando darle una interpretación a la absurda respuesta de la absurda conversación entre una bala y su madre pistola. ¿Por qué esa respuesta ante tal pregunta y por qué esa pregunta también? Yo creo que a la bala le sabía la felicidad a plenitud porque al salir disparada de su madre, no solo se desarraigaba de ella, no solo rompía el saco de protección, su útero y resguardo, sino que salía a enfrentarse al desgarramiento de tejidos, a la emanación de sangre, al buenos días que le daría al inspector o a medicina legal al extraerla. Por fin cumpliría su función, por fin daría rienda suelta a su paso, a su vuelo en el mundo.
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<br />Y así, podría al fin, en su recorrido vertiginoso con un rumbo fijo del que ella desconoce, encontrar la calma del que cree haber cumplido su meta ya, del que cree haber dado por terminados sus propósitos. Pero esa bala no somos nosotros, si por alguna razón llegásemos a encontrar la finalidad a la que siempre apuntamos, esa tan erróneamente llamada "felicidad", tal vez se acabaría todo impulso en nuestro cotidiano andar. Tal vez, solo tal vez, si llegásemos a hallar lo que con tanto ímpetu buscamos, se acabaría cualquier pretensión de vida, se acabaría el empuje, ese no-sé-qué que nos dice -¡Levántate de la cama!, todo es una porquería pero recuerda que aún no has cumplido tus propósitos-. Eso que, mal o bien, nos ayuda a continuar. ¿Y por qué la pistola se preguntó eso? Tal vez porque ella intenta, con ansias, descubrir que es esa cosa a lo que todos tienden y que siempre aclaman, pero la desconoce y, a pesar de sus años y de la gran cantidad de hijitas de plomo que ha tenido en su interior, nada la ha llevado a ese destino y quiere por fin saberlo.
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Yo no sé si todos mis vecinos pensarán lo mismo, no sé qué me pasa a mí, no sé porqué a mí acuden pensamientos ajenos a mis contemporáneos. O bueno, tal vez sean los mismos, tal vez la sociedad con lo estandarizado que tiene el pensamiento me incluya también a mí estos para no sé qué fin. Lo único que sé, es que en mis sueños nadie se puede meter y es ahí donde puedo huir del puto sistema. Es aquí donde se encuentra lo que mi bala denominó felicidad y lo que su madre anciana y recorrida no conocía. Yo tampoco la conozco. No puedo.
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¿Cómo poder ser feliz? Yo no sé si las dosis de IEDE que le dan a mis compañeros les sirve, esos sobresitos de Irrealidad En Dosis Específicas les da plenitud a todos, yo no puedo con eso, me da mareo, me irrita la aparente calma perenne. Es como si todo fuese bello, como si no hubiesen dejado de existir los árboles y como si el paisaje no se haya vuelto de concreto. Sé que alguna vez existió una basta capa verde y que la atmósfera no tenía necesidad de plantas purificadoras de residuos tóxicos, ni que estaba la manta negra que cubre al sol y que filtra los rayos UD, la luz Ultra Dañina que si llegase a ingresar generaría poros en todo el sistema óseo y haría que todo un cuerpo se desmoronara en pocos segundos. Sé también que antes no había necesidad de trajes grises y que había color en los atuendos, sé que antes las ciudades se pintaban de diversos tonos y sé que antes existían las sonrisas genuinas y la felicidad sin IEDE.
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<br />Sé también, que antes las personas no andaban con su purificador de agua de bolsillo y que no tenían que reciclar su orina y su sudor, sé que antes los poros de la piel y el sistema exocrino servía para evacuar desechos que no volverían porque precisamente eso eran, desechos. Sé también que antes habían casas de hasta cinco pisos, que la gente vivía en habitaciones separadas, que todos tenían su propia cama. Sé también que antes existían los espejos y que las mujeres embellecían su rostro con polvos extraños y que los hombres perfumaban su torso. Sé que antes habían muchas cosas de las que hoy parecen todos olvidarse...<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-32036199529967085242013-11-06T15:17:00.001-08:002013-11-06T15:17:38.161-08:00Tal cual. P: algo me falta, no puedo estar seguro que esta estado de ánimo no lo he diseñado yo mismo...La historia de vida de muchos.
<br />C: hay muchos estados de ánimo diseñados por otros.
<br />P: O por uno mismo, uno se inventa sus demonios para tener algo en lo que entretenerse linda.<div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-157836332067615689.post-38717932889403723032013-11-04T15:43:00.000-08:002013-11-06T15:25:52.291-08:00Miscelanea de retazos. Bienvenidos al infierno, por favor mantenga brazos y codos dentro del vehículo.
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Oscilar entre lo que se es y lo otro. La aparición del miedo. No saber quien se es. Eso es enfrentarse a la vida. Descansar es aceptar que no existe cura, no existe cura porque, la verdad, no existe mal. Así, al fin, aprendemos a lidiar con nosotros mismos.
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Niño, ven, ¿te dolió lo que te hicieron esos niños? ¿Ves? ¿Ahora entiendes por qué Peter Pan no quiso crecer? ¡Este es el mundo real! Te presento al sufrimiento.
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Aborrezco la facilidad del clima de modificar mis estados anímicos.
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Es en la búsqueda y no en el encuentro donde hallo mi felicidad.
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El clima no contribuye con mi percepción de los Domingos; apestan.
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Todos, sí todos, necesitamos por naturaleza la ficción, poder escapar de la realidad, aunque sea por un instante y así, alcanzar lo que algunos denominan felicidad.
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Esa vaina que une, sin razón; esa idealización de los momentos; esa necesidad de más, de perfección, eso es a lo que yo, bien o mal, denomino amor.
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P: algo me falta, no puedo estar seguro que esta estado de ánimo no lo he diseñado yo mismo...La historia de vida de muchos.
<br />C: hay muchos estados de ánimo diseñados por otros.
<br />P: O por uno mismo, uno se inventa sus demonios para tener algo en lo que entretenerse linda.
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Bendita vida, benditos los días, benditos seres que me rodean, bendita esta alegría repentina, benditos las letras, bendito el futuro, benditos los planes del porvenir.
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Quiero, deseo, anoro, espero, anhelo, aspiro, suspiro.
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¡Qué se caiga el cielo que acá lo recibo!
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El mundo cobra sentido en cuanto lo pienso.
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Caos organizado en pequeñas dosis de dinamita sentimental.
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Érase una vez...Fin.
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Enfrentarme al sinsentido de la vida es lo único, lo único que me hará libre.
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- Que se caiga el cielo que acá lo recibo.
- Ojo con las esquirlas.
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¿dónde está la delgada barrera que bifurca el bien del mal?
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Correr, correr, huir, partir, volar, correr, correr, detenerme, respirar, seguir corriendo, correr, correr y no parar.
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La música se me mete por las arterias y retumban mis plaquetas. Pero no es música estridente, ni siquiera es “música externa”, en mi cabeza hay una sinfonía, con muchas notas disonantes, pianos, violines, arpas, trompetas y uno que otro cañón.
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Y que este planteó aquello y aquel lo refutó con lo otro, y que las tesis de acá se refutan con las de allá y que esto y que lo otro y así se raya el coco... Teorías plagadas de absurdos.
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Es absurdo sostener tanta teoría en un mundo donde ni la praxis funciona.
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Palabras con la N: Nostalgia, nunca, niebla, nube, nihilista, nieve, necio, nada, no, navaja, nave, nacer,nadie, narciso, negar, narrar, natural, necrófilo, necesidad, negativo, negro, neomenia, nicotina, neutro, nolición, niñez, nuevo,nequicia,nerón, nulo, nervios, noche, nonato, notable, nomeolvides.
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Amor dinamizador del alma. Amar, amor pasional, racional, maniático, en calma, intelectual, visceral, sensato, insensato, caótico, loco, pacífico. Amar, amor visceral, amor a la vida, amor a la muerte, amor al prójimo, a la profesión, a la sabiduría, al devenir insensato de la vida, al paso vertiginoso de los días, a la inefabilidad de los momentos. Amar, amarte, amarnos, amarlas y amarlos. Sí, amo y lo hago en demasía.
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Se pierde en el cielo, mira las estrellas y se siente parte de ellas, se embelesa con la grandeza del universo y luego desciende su mirada y se encuentra con su inexorable realidad. Ahí está, su mundo, su día a día. Hace frío y es madrugada, pasa un carro con música estridente a todo volumen promulgando su falta de cultura y su deshabitada cabeza, al frente de su ventana hay un caño, un zombie de río que aún sigue corriendo pero en vez de llevar vida, ahora su caudal es de mierda. Decepcionada vuelve a su habitación, no tiene nada más que ver allá afuera que no le prometa una visión utópica de lo que realmente es su vida. Ella adentro se siente protegida, en su habitación oscura, desordenada y sin nada de gracia. Con sus cuadros mal pintados y sus pocas medallas, con su computador, su televisor y todos todos sus libros. Ahí, sumergida en ese mar de ropa, libros, hojas, esferos, lápices y cuadernos; está su paz.
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Otro malnacido año, pensó ella. Más oportunidades de cambiar ese no-sé-qué que le aqueja siempre. Ella aborrece con su alma entera tener opciones, sí, suena absurdo, pero entra en pánico al pensar en todo lo que puede y tiene por hacer y en todo lo que no hace. Aparte, es otro año para poder encontrase, para estar con ella, para conocerse, para estar sola. A ella le aterran muchas cosas de sí que no conoce y que estando sola encuentra.
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¿el final? Claro, excusas. Resulta absurdo sonreír, celebrar, alardear y acongojarse por un día más de una miserable vida. Sí, pero estamos constituidos por incoherencias y gozamos en las celebraciones de tradiciones banales. Así que me sumo a esa cadena de absurdos y mi pecho se llena de sentimiento. Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y al fin un año, una vuelta de sol, una conmemoración de la supervivencia. Hoy extrañamente me siento feliz, hoy algo ajeno pasa por mi pesimista cabeza y sí, hoy me uno a ese misticismo mágico de la nostalgia, la añoranza, la alegría y la fe en que tal vez algo puede ser mejor... ¡No se acabó el mundo! Un brindis por eso.
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La música martilla el martillo, la cama absorbe, el ventilador no ventila, los cuadros hablan, los platos se acumulan en el chiquiero de habitación, camino sobre un mar de ropa sucia; cucos, blusas, faldas, pantalones, botas, zapatos, correas navegando en el piso por la superficialidad del espejo. También ese espejo, el execrable reflejo que miente, no hay nada real en ese pedazo de vidrio cóncavo o convexo. Yo creo que me veo a través de él, pero no, ni con ese objeto ni con nada. No hay nada que muestre quién o qué demonios soy.
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Y no puedo ser ahora lo que algún día llegué a ser, ni llegaré a ser lo que hoy soy. Soy, dejando a cada instante esa partes que me caracterizaba en ese momento preciso, eso mío, eso que decía ser. Soy abandonándome al paso del tiempo. YOSOY ¡Al derecho y al revés!
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N se puede racionalizar el amor, creo que lo poco que queda claro sobre este es que es un sentimiento y como el mismo término lo indica se siente. Los sentimientos se sienten, no se categorizan, pero esa necesidad fehaciente del ser humano por organizar, manifestar e interpretar las palabras hace que tal vez se tergiverse la raíz básica y la fuente primaria del amor. Pero es cuando se enfrenta a la racionalización del sentimiento que, en la praxis, se puede dar por terminado aquello que con el alma se desea para siempre, este alejamiento del amor por “culpa” de la razón se da por una necesidad profunda de caer, de sufrir, es buscar a Tánatos por encima de Eros, como si nos dijésemos que no merecemos ser amados y mucho menos amar
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Frente al otro y su dolor se puede sentir, tanto odio como amor, pero siempre compasión puesto que este implica necesariamente entendimiento frente al estado emocional del otro y así, si yo sé qué siente el otro porque yo también lo siento, porque sabiendo el otro cuán enfermo está por saber que yo mismo lo estoy, no puedo sentir por el más que conmiseración y pena por sus desdichas y su carencia de bienestar. Así pues, parece que las penas que nos acaecen convergen en lo mismo: estamos enfermos. Y precisamente esa enfermedad me hace pararme frente al otro y ver cuán enfermo está él también
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Todos los días son iguales y cada bello amanecer es el mismo bello amanecer que el pasado día. Me duele la cabeza, tengo calor y me duele el alma. Hoy, dejaré que lleguen las diez de la mañana para no sé qué, para seguir esperando que lleguen las once, las doce, la una y así en adelante esperando nada. Bienvenido sea el execrable domingo, la acera hierve, los sentimientos pululan, las sensaciones fluctúan, la desazón se acelera y el almizcle del desespero se funde en las mieles dulces del desasosiego. Sentirse mal es naturalmente placentero, es un vicio, es mi vicio...
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Melancolía, jamás las letras expresarán lo que es. Jamás las letras expresarán como corroe la sangre y desconfigura el rostro la ausencia de sentido, jamás las letras expresarán qué se siente despertar a las siete de la mañana por un sobresalto de tristeza, comer, dormir tres horas más, comer, volverse a acostar, sentir las sábanas pegarse al cuerpo, sentir el sol derritiendo el cerebro, sentir al ventilador gritándote blasfemias, sentir que las paredes se empiezan a cerrar, que el cuarto reduce su tamaño, que las paredes te llegan al cuerpo y rompen tus huesos, rompen tu alma. Que no sabe bien la vida ni afuera ni adentro, que adentro las paredes desgarran el alma y afuera la estupidez desgarra la calma. Sí, las letras no pueden expresar lo absurdo del no-sé-qué, de la melancolía sin razón, las letras no pueden expresar esta "adolescencia-vejes", las letras no pueden salvar a quien no sabe ni de qué huye, las letras no pueden salvar a nadie de su melancolía... ¡Las letras no pueden salvarme!
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Empíricamente se comprueban los planteamientos de mi filósofo de cabecera. El sueño y la inconciencia llevan a la intermitencia de los días, de la vigilia, de lo tedioso de los días. Hoy, me he subsumido en la miel dulce de la esperanza y he caído en los brazos de morfeo por más de doce horas y así creo que continuarán las horas de esta tarde. Tal vez la procrastinación pasará la cuenta de cobro en el momento de enfrentarme ante las execrables responsabilidades académicas pero hoy, hoy necesito precisamente sumergirme en la esperanza, dormir, dormir, dormir, no despertar, dar tregua.
Me recargo y continúo, no voy a dejar que, como siempre lo hacía, me venza y, cuando hablo de ese que intenta doblegarme, hablo de mí, no dejaré que yo me venza, soy fuerte y sigo, tomo fuerza y vuelo. Pero hoy, hoy soy cobarde y duermo.
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¡La pesadilla del presente!
Cae el sueño del progreso
La promesa de avance cae ante las guerras
Los libros no sirven ante el hambre. <div class="blogger-post-footer">Memento mori.</div>Paola Andrea Fernández Zapatahttp://www.blogger.com/profile/12839668333552663457noreply@blogger.com0