Desgracia de Coetzee

Durante largos meses abandoné la literatura. Soy estudiante de maestría en filosofía y, en una búsqueda desesperada por encontrar insumos para mi tesis, decidí dejar a un lado la literatura y me dediqué únicamente a escudriñar en Husserl. La vida se tornaba un tanto tediosa. Sin embargo, no sabía con qué libro romper mi abstinencia literaria. Soy una compradora compulsiva de libros. Compro 10, leo 1, me desespero; compro otros 10, leo 1 y allí ya quedo con 18 sin leer. Iba a tomar los libros olvidados de mi biblioteca, pero decidí no hacerlo.

Escudriñando en una librería en Cali que me gusta mucho, llamada Libertienda, encontré un título que llamó mi atención: “Desgracia”. Cuánta fuerza en una sola palabra. Es contundente. En sí misma la palabra impacta. Dolor, pena, sufrimiento, infelicidad, mala suerte; desgracia. Le escribí a un amigo que siempre me hace buenas sugerencias literarias y me recomendó con mucho ímpetu su lectura. Me dijo que era de Coetzee, un escritor Sudrafricano que fue premio Nóbel en el 2003. Decidí tomarlo. No me equivoqué al escogerlo.

Hace mucho tiempo no devoraba un texto en tan poco. Bien o mal el libro es corto, pero más allá de eso su trama te atrapa. El protagonista, David Lurie, para aquellos que sentimos un vacío constante ante las relaciones interpersonales y una incapacidad de entender realmente el mundo que nos rodea, genera empatía. Lurie es un profesor universitario que no se negaba a sí mismo sus deseos, no callaba a Dionisio ni sus pulsiones hedonistas y, gracias a eso, a una sociedad que no acepta aquellas pasiones que puede llegar a considerar “aberrantes”, pierde mucho de su vida. Decide entonces ir donde su hija, Lucy, quien vive en una zona rural. Aquí las peripecias no terminan. El título de este libro no es en vano. La desgracia subsume su vida en aquello que para él debía ser una experiencia grata de visita a su hija. David Lurie no es villano ni héroe, es humano. Es humano como todos, comete errores, desea, ama y reflexiona.

Mezclando angustia y rabia se concluye el libro. Nos deja en vilo, suspendidos. Nos llena de impotencia, queremos hacer parte, ser personajes, adentrarnos y hacer algo en ella. Coetzee es capaz de mezclar literatura, poesía, música, problemas políticos, misoginia y una sensación de incapacidad de modificar la fatalidad de la existencia.

No creo que alguien sea capaz de pasar impune ante esta novela, cerrar su contratapa sin sentir una suerte de vacío en el estómago y una sensación inefable en el pecho. Para todos aquellos que les gusta socavar en lo más profundo de la tragedia humana y sentir, al finalizar un libro, que algo se ha trastocado en su conciencia; les sugiero sobremanera esta lectura.

Comentarios

  1. Andrés Felipe Hurtado Garcés17 de noviembre de 2017, 14:43

    Buena reseña. Te recomiendo la página de la librería Libélula libros (que está en Armenia y en Manizales) en ella escribimos reseñas y hay un par de entrevistas. http://www.libelulalibros.com/

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