"Conócete a ti mismo"

Y así, vereis, ella al fin aprendió a dejar tanta teoría y aferrarse un tantico a la vida, a esa vida que atraviesa el tiempo, sin letras muertas, solo palabras latentes, palpitantes, ansiosas de práctica ¿en qué momento se desprende de su madre-sistema, de su hogar, de su familia de muertos en textos contándole cómo vivir un mundo en el que ellos no vivieron? Se fue de su asidero cuando se enfrentó a la melancolía del sin sentido de los otros, de vivir atada de ojos y manos, con los pies amputados, sin poder correr, sin plumas, sin colores, aunada a tantas descripciones de mundo, tan poco de ellas, tan tanto de todo.

A veces uno se siente así ¿vos entendeis? Así, como fuera de sí, como poco de vos, como repleto de nada y carente de algo. Tal vez, solo tal vez es despertar y encontrarse ante una vida que es ajena, y cataplás, aparece el temor; el temor de saberse perdido ante las estructuras construidas, ante tanto edificio sin cimiento, ante tantos rascacielos sin sistema antisísmico. Y ahí vienen, esos malditos climas demenciales, tormentas quejumbrosas de salesitas en cristales, rayosrayacocos e infinidad de temblores. Y ahí se ve uno, sin paraguas, con ese pedacito de nada cubriéndolo a uno, desnudo ante el agua. Ahí, saliendo de ese resguardo aparente del ojo del huracán, gritando y recordando que el alma te dio avisos, te dijo “oye, todo tan bien no es tan bueno, despertarte todos los días bien en punto de las cinco, hacer tus quehaceres tan impecables y tan bien, ¿quién sos vos?” Y nunca, nunca quise responderlo. Heme aquí con las consecuencias de no limpiar bien el piso antes de construir la ciudad de mí. Heme aquí ante mí.

Y es ahí cuando se es más uno que nunca, cuando uno se da cuenta que ningún sistema te define, que sos vos ante vos, tan llena de vos. Da miedo saberse sí mismo, saberse ajeno de lo que con ansias se intentó crear. Yo intenté ser letras, también quise ser caos, quise ser viento y quise ser mar, pero no soy más que yo. Yo soy tormenta, no siempre violenta, solo agua constante, solo tristezas pasajeras y alegrías aparentes. No soy cielo ni tampoco infierno, solo soy un continuo explotarse de a pocos. Lo duro es haberse creído e intentar haber sido y luego, ahí como siempre la culpa, la culpa de creerse propio de lo que no se es. Ahora, aún no sé lo que soy pero sí sé lo que no. Ahora sé que de las letras me aferro pero no me componen; sé que no soy viento pero tampoco soy fuego; sé que tal vez nunca sabré lo que soy pero tal vez de eso me puedo aferrar para seguir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diarios de viaje: Cali, Colombia - Montañita enero 2017

Foránea de mí

El "hubiese podido ser" I parte.